Cómo nacen las abuelas
Lo que sigue forma parte de uno de los capítulos del libro La Abuela de Hierro (I edición 1995, II edición 2012 (corregida y ampliada).
Por Juan Carlos Martínez
Había transcurrido más de un año del golpe militar del 24 de marzo de 1976 cuando se produjo el encuentro entre dos de las numerosas mujeres que a esas alturas tenían un problema común: la búsqueda de sus nietos robados por la dictadura militar. Cada una andaba por su lado tratando de encontrar respuesta a su caso particular sin imaginar que otras mujeres -que por entonces se contaban por decenas- estaban recorriendo el mismo camino impulsadas por las mismas razones.
-"Señora, la veo muy sola… la verdad que me da mucha pena verla tan sola en esto".
María Isabel Chorobik de Mariani tardó un tiempo en captar el mensaje que le estaba transmitiendo la entonces secretaria (posteriormente jueza) de un juzgado de menores Lidia Pegenaute (*), ante quien había recurrido por la desaparición de su nieta Clara Anahí, una de las criaturas que el mismísimo general Ramón Camps entregó "para que les encontraran "nuevos padres" como el propio genocida reveló a una revista española.
Cuando la señora de Mariani comprendió lo que le estaba sugiriendo aquel mensaje de la secretaria Pegenaute, se animó a dar el paso.
-¿Usted conoce a otras personas que tienen el mismo problema que yo? preguntó tímidamente Chicha Mariani.
La secretaria Pegenaute asintió con un gesto de alivio. Era el impulso que le estaba faltando a la señora de Mariani para completar la pregunta.
¿Entonces me podría facilitar el nombre de alguna de ellas?
Lidia Pegenaute saltó literalmente de su asiento, corrió hasta un escritorio, sacó una carpeta y comenzó a dictar: "Alicia Zuzbanabar de De La Cuadra, calle tal, número tal, La Plata".
Esa misma mañana la señora de Mariani fue a ver a la persona que la jueza le había indicado.
"La sonrisa con la que Licha me recibió en su casa aquel día de octubre de 1977 fue un gesto fraterno que penetró hasta el fondo de mi alma" dice Chicha al evocar aquel lejano encuentro, preludio del nacimiento de Abuelas de Plaza de Mayo.
"Digo que el recibimiento que me brindó Licha penetró en mi alma porque por aquellos días eran pocas las personas que se acercaban para alentarme, para solidarizarse. Uno veía rostros adustos, actitudes esquivas… el por algo será ya había prendido en mucha gente. Tener un desaparecido en la familia era una condena que uno llevaba sobre sus espaldas".
Chicha estaba buscando a su nieta que militares y policías se llevaron de la casa de su hijo Daniel, donde la criatura estaba al cuidado de su madre el 24 de noviembre de 1976 cuando fuerzas combinadas del Ejército y la policía destruyeron la vivienda y dieron muerte a Diana Teruggi de Mariani. La criatura tenía tres meses de edad.
Daniel no se encontraba aquel día en la casa de la calle 30 entre 55 y 56, pero ocho meses después fue asesinado por efectivos militares cuando ingresaba a la vivienda de unos amigos en un barrio de La Plata. El único hijo de Chicha era un brillante economista que trabajaba en el Consejo Federal de Inversiones (CFI).
En aquel desproporcionado operativo participaron unos doscientos efectivos militares y policiales al mando del general Campos y del comisario mayor Miguel Etchecolatz. El ataque a la casa se inició poco después del mediodía y se prolongó más de tres horas con el empleo de todo tipo de armamento e incluso con apoyo de helicópteros.
Como saldo de aquel feroz operativo murieron, además de Diana Teruggi, otros cuatro militantes montoneros que allí editaban la revista Evita Montonera en la que ya denunciaban los crímenes de la dictadura.
TESTIMONIOS PARA CARTER
Días después de aquel encuentro entre Chicha y Licha se produjo la llegada de Cyrus Vance, enviado del presidente de los Estados Unidos, James Carter. La presencia del funcionario norteamericano en Buenos Aires dio lugar al primer acto organizado por aquellas mujeres que buscaban a sus nietos.
Doce abuelas decidieron entonces elaborar en forma individual un escrito para entregárselo a Vance. La entrega de cada testimonio debía hacerse en el momento en que el enviado de Carter fuera a depositar una ofrenda floral al pie del monumento al general San Martín en la plaza homónima.
"Nunca podré olvidar la fuerte impresión que tuve al llegar a la plaza y verme rodeada de tantos militares armados" recuerda la señora de Mariani, la primera presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo.
Cuando finalizó la colocación de la ofrenda floral por parte de Vance, cada una de las abuelas que había asistido al acto se filtró entre los efectivos militares para entregar su testimonio al enviado del presidente norteamericano.
"Yo no había podido acercarme hasta Vance para entregarle el documento cuando, de pronto, en medio de tanto alboroto, se me acerca una mujer bajita, muy dinámica y resuelta, que me preguntó:
¿Entregaste tu testimonio?
¡No, no pude, le respondí!
¡Dámelo! Me dijo al tiempo que me lo arrancaba de las manos y salía como un rayo detrás de Vance hasta que le dio alcance y le entregó el testimonio.
Aquella mujer era Azucena Villaflor, la primera presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, secuestrada luego por un grupo de tareas de la Marina junto a otras madres, las dos monjas francesas Alice Dumont y Leonide Duquet y otras personas en la Iglesia de la Santa Cruz.
"Aquella fue la primera y última vez que vi a Azucena" dice Chicha Mariani con un dejo de tristeza.
LAS DOCE ABUELAS
Las doce abuelas que entregaron su testimonio durante la visita de Vance a la Argentina fueron María Isabel Chorobik de Mariani, Beatriz H. C. Aicardi de Newhaus, Eva Márquez de Castillo Barrios, Alicia Zubaznabar de De La Cuadra, Vilma Sesarego de Gutiérrez, Mirta Acuña de Baravalle, Haydée V. Lemos, Leontina Puebla de Pérez, Delia C. Giavanola de Califano, Élida Calmí-Raquel Radío de Marizcurrena, Clara Jurado, María E. C. de García Irureta Goyena y Julia J. Rebollo de Grandi.
LA VERDAD HISTÓRICA
Nota del autor.- Las primeras mujeres que se unieron para el mismo fin decidieron llamarle a la institución Abuelas Argentinas que Buscan a sus Nietos Desaparecidos. Su primera presidenta fue Licha de la Cuadra. Luego se creó Abuelas de Plaza de Mayo y fue Chicha Mariani la primera presidenta hasta 1989. La fecha de fundación de Abuelas se fijó el 21 de noviembre de 1977 cuando se produjo la visita de Cyrus Vance, el enviado del presidente Carter. Tras el alejamiento de Chicha Mariani la fecha fue cambiada por el 22 de octubre de 1977, Día Nacional por la Identidad, según la ley 26.001 aprobada por el Congreso en 2004 durante el gobierno de Néstor Kirchner. La fecha coincide con el cumpleaños de Estela de Carlotto, quien no se encontraba entre las doce fundadoras de Abuelas. Su ingreso a la institución se produjo en 1978 luego de la desaparición de su hija Laura que entonces estaba embarazada y dio a luz en cautiverio, donde nació su nieto recuperado Guido. Estela de Carlotto fue vicepresidenta de Abuelas hasta 1989, y cuando se alejó Chicha asumió la presidencia que mantiene hasta el presente.