El chofer y el jardinero
Por Juan Carlos Martínez
Oscar Centeno, un ex militar de los servicios de inteligencia ligado a los carapintadas de Rico se ha convertido de la noche a la mañana en un tipo famoso. Utilizado como pieza clave en esa gigantesca maquinaria de destrucción de vidas y bienes que emplea el gobierno de Mauricio Macri, las fotocopias de unos cuadernos de cuya existencia nadie puede dar fe, están sirviendo como pruebas irrefutables para dictar sentencias que se parecen a las que se dictaban en tiempos de la Inquisición.
Los herejes, en este caso, no van a la hoguera sino a las cárceles mientras los grandes medios de difusión dedican páginas y páginas a esta novela que tiene a un ignoto chofer como su principal protagonista.
El caso de Centeno nos remite a otro chofer que en su momento se hizo famoso cuando Ernestina Herrera de Noble convirtió a Roberto García en el jardinero que encontró en una canastita a Marcela, una de las dos criaturas apropiadas por la dueña del grupo Clarín durante la dictadura militar.
Cuando el entonces juez Roberto Marquevich indagó sobre la versión de Ernestina, resultó que García no era un jardinero sino el chofer de la familia Noble desde hacía treinta y ocho años.
Por aquella y otras irregularidades en las adopciones de Marcela y Felipe, la viuda de Noble fue detenida, decisión por la cual el juez fue destituido por el Consejo de la Magistratura.
En su momento, Marquevich reveló detalles de la manera en que llegó a establecer la verdadera actividad del presunto jardinero.
Esto que sigue es lo que el ex juez nos contó y que incluimos en las dos ediciones del libro La apropiadora: “Yo lo llamé a testimoniar como jardinero porque me habían dicho que era el jardinero. Entonces, él viene y declara y no me da mayores explicaciones. Pero como había declaraciones testimoniales que decían que esa persona podía estar vinculada al Grupo Clarín, ese mismo día mandé un oficio a la empresa y le pregunté si fulano de tal (Roberto García) trabajó en esa empresa. Y me dicen que sí, hasta me dieron el número de legajo. Fue un descuido de parte de ellos porque me dijeron que era el chofer de la señora Ernestina de Noble”.
Dos novelas con dos choferes como principales protagonistas. Uno, convertido en detective de la talla de Sherlock Holmes, otro devenido en un milagroso jardinero que entre rosas y claveles encontró una canastita con una criatura que fue a parar a las piadosas manos de una noble mujer.