¿Qué deuda?

Por Juan Carlos Martínez

 

Mauricio Macri acaba de lanzar uno de esos globos de ensayo que tienen por finalidad mensurar la reacción de la sociedad frente a algún tema sensible. Esta vez habló de la supuesta deuda que tendría el país con las fuerzas armadas.

 

La imprecisa referencia no nos impide advertir la intencionalidad que conlleva ese mensaje.

 

Un anticipo del pago a cuenta de esa deuda lo concretó Macri con el inconstitucional decreto por el cual las fuerzas armadas pueden actuar en acciones de seguridad interior.

 

La ley lo prohíbe expresamente, pero como el presidente gobierna como patrón de estancia, el estado de derecho se ha convertido en letra muerta.

 

El regreso de los militares a las calles no es otra cosa que la aproximación al Estado terrorista.

 

El enemigo interno que usaron para dar el golpe del 24 de marzo de 1976 llevaba sobre sus espaldas el rótulo de subversivo o terrorista. Ese estigma tenían los treinta mil desaparecidos.

 

Ahora el enemigo interno, además de quienes se oponen al plan de ajuste y entrega, es el narcotráfico.

 

Estamos, pues, en el umbral de una nueva cacería humana lanzada por el gobierno en nombre de una supuesta deuda que el país le debería a sus fuerzas armadas.

 

El regreso de los militares a las calles es la primera etapa de un proceso reivindicativo al que apunta el gobierno de Cambiemos. Supera con creces la teoría de los dos demonios. Ahora habría un solo demonio que no serían los victimarios sino las víctimas.

 

La segunda etapa consistirá en el uso de las fuerzas armadas para reprimir el creciente descontento social. Que es como colocar al país en el umbral de un nuevo genocidio.

 

Si no se detiene esta escalada regresiva, no sería extraño que en nombre de la reconciliación Macri repita lo que hizo Menem en los noventa: el indulto en favor de los genocidas.

 

Seamos claros y precisos. La sociedad argentina no le debe absolutamente nada a sus fuerzas armadas. Todo lo contrario. Son las fuerzas armadas las que tienen una deuda que sólo habrán de saldar cuando el espíritu sanmartiniano sea el que alimenta la desquiciada cultura militar.