La deshumanización de la vida
Por Juan Carlos Martínez
Las desigualdades sociales son cada vez mayores en un mundo donde unos pocos acumulan el equivalente de lo que suman millones y millones de personas. Unos sesenta magnates reúnen lo que recibe la mitad de la población mundial.
Mientras una minoría vive en la abundancia de bienes, la inmensa mayoría de los seres humanos sufre toda clase de privaciones.
El hambre y las enfermedades son dos de los principales flagelos, aunque no los únicos. El desempleo, la pérdida de derechos y la explotación laboral inciden directamente en el desmejoramiento de la calidad de vida de amplios sectores.
Por si fuera poco, la fiebre racista se va extendiendo por todos los rincones del planeta, ahora alentada desde la primera potencia mundial bajo la salvaje teoría de Donald Trump.
La Argentina no es ajena a este ciclo de degradación generado por la creciente ruptura del tejido social producido por un perverso e inhumano plan de ajuste.
En este contexto, la desprotección de los sectores más vulnerables crece día a día. Lo que dicen las encuestas lo confirma la realidad de la que somos testigos cotidianamente.
Suficiente con salir a las calles, sobre todo en los grandes centros urbanos, para apreciar una realidad que lastima y entristece. Hombres, mujeres y niños durmiendo en la vía pública, seguramente después de una jornada de ayuno o de un mezquino plato de comida.
La realidad que se vive en los comedores de barrios atendidos por personas solidarias o lo que diariamente observan los docentes en las escuelas coincide con el alarmante diagnóstico que difunden organizaciones sociales no oficiales.
En el marco de esta realidad, el gobierno sigue de manera implacable con su plan de ajuste para favorecer a los ricos mientras teoriza sobre el presunto crecimiento de la Argentina y su presunta batalla para terminar con la pobreza.
Ese discurso no les impide utilizar a la policía para expulsar a machetazos a los vendedores ambulantes, entre ellos a inmigrantes africanos que llegaron a la Argentina en busca de un lugar que no tienen en sus países de origen ni en los países que los colonizaron.
La misma actitud del gobierno porteño se observa en la ciudad de Santa Rosa, también con inmigrantes senegaleses a los que el municipio está dispuesto a desalojar de los puestos callejeros que tienen en el radio céntrico y mandarlos a la periferia de la ciudad.
Como hemos dicho en este mismo espacio, de concretarse esa medida las autoridades estarían inaugurando en La Pampa una suerte de gueto.
La drástica medida ha sido solicitada por la Cámara de Comercio en nombre de la lealtad comercial y del presunto perjuicio económico que les ocasionan los vendedores ambulantes, convertidos en chivos expiatorios por quienes son incapaces de bucear en las verdaderas causas que generan la grave encrucijada económica que vive la Argentina.
No hay peor ciego que el que no quiere ver.
Alguien dijo que los que creen que el dinero hace todo, terminan haciendo todo por dinero.
Cuando una sociedad pierde el sentido humano de las cosas está contribuyendo a la deshumanización de la vida.