Mentiroso, violento y golpeador

Por Juan Carlos Martínez

 

El tipo acababa de salir de la sala de audiencias donde se desarrolla el juicio de la Subzona 14. El presidente del tribunal debió dar por finalizado su testimonio a viva voz porque el tipo estaba convirtiendo su declaración en un monólogo. El clásico recurso que siempre utiliza para no responder a las preguntas que le hacen los periodistas que no le son funcionales. Y que esta vez utilizó frente a un tribunal para que todo el mundo entienda que él está por encima de los jueces, de la ley y de todo lo demás. La sorpresa la tuvo a la salida de la sala. Allí estaba Raquel Barabaschi para recordarle la falsedad de una información en la que se le mencionaba en un reportaje que el tipo había concedido a La Reforma, su diario confiable. Encerrado en su propia mentira, el tipo trató de zafar apelando a un presunto estado de amnesia diciendo que no recordaba nada al respecto. "Usted es un mentiroso y un violento" le dijo Raquel en la cara y el tipo enmudeció repentinamente mientras daba un giro sobre sus pasos para dirigirse al automóvil donde lo aguardaba su mujer, la diputada Sandra Fonseca, su futura empleadora en la Cámara de Diputados de la provincia. La segunda sorpresa se la dio Luis Barotto, el esposo de Raquel, quien agregó un tercer calificativo, el que más lo saca de quicio: "¡y golpeador!" le dijo en la cara mientras el macho golpeador y torturador de mujeres buscaba refugio -vaya paradoja- en su mujer y le contestaba a Luis con una respuesta propia de quien tiene en la violencia verbal o física el único argumento defensivo: "andá, pavo" le dijo mientras se alejaba de la línea de fuego con su cobardía a cuestas. Atrás quedaba el incidente que mantuvo con el juez Díaz Lacava, presidente del Tribunal, agregado a la larga lista de jueces con los que se ha enfrentado y a los que ha acusado de tener animosidad hacia su persona cada vez que sus sentencias no le han sido favorables. A falta de nuevos enemigos a la vista, al tipo sólo le falta montar en su Rocinante locura y salir a cabalgar como don Quijote por la llanura pampeana para pelear contra molinos de viento.