Verna y su cambalache ideológico
“Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”
Por Juan Carlos Martínez
Si uno analiza detenidamente el derrotero político por el que transita Carlos Verna, le resultará difícil ubicarlo ideológicamente. Lo único claro que surge de ese análisis es el cambalache ideológico en el que está inmerso.
Políticamente se define como peronista sin precisar a qué corriente pertenece dentro de las diversas ramas que existe en el movimiento creado por Perón.
En La Pampa creó la línea interna Plural para competir con su viejo rival Rubén Marín, líder de Convergencia y declarado admirador de Carlos Menem.
También Verna, en algún momento, no ocultó su admiración por el riojano. “Soy una persona agradecida y Menem le dio mucho a mi provincia y por lo tanto mi obligación como peronista era apoyarlo” confesó dos meses después de haber asumido por primera vez como gobernador pampeano.
Lo que más recuerdan los pampeanos de Menem son los millones de dólares que mandó Corach para las obras cloacales y que buena parte de esa plata se repartieron entre funcionarios públicos coimeros y empresarios venales.
Otra prenda para el recuerdo que dejó el menemismo en esta provincia fue el desmantelamiento de los ferrocarriles con la consiguiente pérdida de cientos de puestos de trabajo y el aislamiento de decenas de pueblos nacidos a la vera de los caminos de acero.
Pero para no ir tan atrás en la historia, volvamos a 2015 cuando, entre bambalinas, Verna mandó a votar a Macri impulsado por su odio visceral a Cristina.
Los primeros meses del gobierno de Cambiemos merecieron de su parte los más cálidos elogios. “Ahora se puede dialogar” deslizó mientras la foto aplaudiendo a Macri llenaba espacios en los medios y en las redes sociales.
El idilio se proyectó al Congreso donde los legisladores pampeanos votaron las leyes más retrógradas impulsadas por la derecha gobernante.
El camino de regreso a la flexibilización laboral de los tiempos de la Banelco y a las recetas del FMI estaba nuevamente habilitado.
Tan entusiasmado estaba Verna con el rumbo derechoso que tomó la Argentina que no dudó en convocar nuevamente al mano dura Juan Carlos Tierno para dirigir el Ministerio de Seguridad.
Los lazos con el gobierno nacional se hicieron más estrechos a partir de las coincidencias ideológicas de Tierno con Patricia Bullrich a través del llamado Protocolo de Seguridad, el instrumento utilizado para reprimir cualquier protesta social.
El garrote y las balas de goma (y las de plomo también) comenzaron a caer sobre la humanidad de hombres, mujeres y niños, y fue el mismísimo Tierno el que dirigió una de las salvajes represiones contra pacíficos vecinos de Villa Sauze y Sansinena, dos pequeñas localidades bonaerenses afectadas por el desborde de las aguas del Río V.
“Metan balas” fue la orden que en tono castrense impartió Tierno el 9 de febrero de 2016 a policías pampeanos mientras blandía un machete asumiendo el rol de comandante en operaciones.
Un mes después, en su discurso ante la Legislatura, Verna justificó la salvaje represión y de esa manera le dio a Tierno el aliento que necesitaba para continuar con la política represiva.
Recién dos años y medio después del cúmulo de atrocidades cometidas por su ministro de Seguridad, Verna decidió echarlo por segunda vez, aunque en la despedida dijo que Tierno había sido un buen funcionario.
Además del cambalache ideológico en el que está inmerso, el piropo de Verna tiene como objetivo mantener a Tierno con el pico cerrado. Porque si el loco echa a rodar una de sus interminables peroratas, los trapitos expuestos al sol pueden desatar un incendio incontrolable.
Por eso es que, además del elogio dirigido al despedido, le tiró un cable a tierra al decir que la política de seguridad no es responsabilidad de un ministro sino del gobernador y que seguirá siendo la misma. O sea, que continuará aplicándose la mano dura que tantos estragos produjo durante la gestión de Tierno.
Y si esa política es la que diseña el gobernador (cosa archisabida) será Verna quien deberá responder por los enormes daños causados por Tierno.
Envuelto en su cambalache ideológico, ahora Verna deberá encontrar la manera de sobrevivir políticamente desde su nueva postura como opositor al gobierno nacional.
Si la derecha se consolida en 2019, no hay duda que allí se le verá aplaudiendo la continuación del gran saqueo nacional.
Y si el cambio fuera a la inversa, seguramente que encontrará la manera de adaptarse a los nuevos rumbos siguiendo la teoría marxista (no la de Karl sino la de Groucho: “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”.