El gueto

Por Juan Carlos Martínez

 

El gueto es una forma de discriminación social, política, económica, racial y religiosa de vieja data. Víctimas de las segregaciones son, generalmente, los inmigrantes que buscan fuera de sus países medios de vida que les permitan acceder a condiciones más dignas, más humanas.

 

Estos fenómenos responden, básicamente, al rechazo que generan las corrientes migratorias integradas por personas de diferentes etnias o culturas.

 

La Argentina, en ese sentido, se ha caracterizado por un amplio espíritu de tolerancia como país construido con la participación de amplias y variadas corrientes migratorias.

 

Ya la Constitución de 1853 hablaba en su preámbulo de “asegurar la libertad no sólo para nosotros sino también para todos los hombres del mundo que habiten nuestro suelo”.

 

Sin embargo, siempre han surgido sectores contrarios a ese espíritu de apertura y tolerancia, producto de una cultura cargada de xenofobia que se manifiesta en el odio al extranjero..

 

El rechazo también suele incluir a personas que se trasladan de una provincia a otra como si se tratara de enemigos que vienen en carácter de invasores.

 

Era necesario hacer este introito para hablar del problema que tienen los vendedores ambulantes ubicados en el centro de la ciudad de Santa Rosa, entre ellos inmigrantes senegaleses, a quienes la municipalidad capitalina, respondiendo a un pedido expreso de la Cámara de Comercio, quiere mandarlos a alguna zona periférica.

 

¿Una suerte de gueto?

 

Vendedores ambulantes los hay en todo el mundo. En España, por ejemplo, el puesto conocido como El Rastro ocupa calles y calles en Madrid. Lo mismo ocurre en Roma con el Porta Portese donde se ganan la vida inmigrantes de distinto origen y por donde pasaron muchos argentinos que buscaron refugio en Europa durante la dictadura cívico-militar.

 

Uno de los argumentos expuesto por la Cámara de Comercio de Santa Rosa es que los vendedores ambulantes “atentan contra la competencia legal” y por esa razón hasta se oponen a que sean reubicados en otros sectores de la ciudad.

 

En buen romance, poco importa el problema social que derivaría de tan drástica medida, sobre todo en un momento tan particular como el que está viviendo la Argentina con las brutales medidas económicas de un gobierno que ha hecho un culto de la insensibilidad y el desprecio por los más vulnerables.

 

¿Alguien cree que con la desaparición de los vendedores ambulantes del centro o de otro lugar de la ciudad habrán de desaparecer los graves problemas sociales?

 

Ilusos los que creen que cerrando los ojos a la realidad, la realidad dejará de existir.