La Banca Rosada

Por Juan Carlos Martínez

 

Nunca antes en la historia de este país el poder político estuvo en manos directas del poder económico como ocurre desde que la derecha ultraconservadora accedió al gobierno a través del voto popular. Todos los golpes que se dieron para imponer políticas contrarias a los intereses del país y las mayorías populares fueron encabezados por los militares. La nueva modalidad ha prescindido de tanques y cañones apuntando al corazón del poder político, esto es, la Casa Rosada.

 

Esta vez, los ricos que gobiernan ingresaron al centro del poder político de traje y corbata acompañados por lo más alto de un Poder Judicial convertido en garante de la legalidad que le dieron las urnas y que no siempre es legítima. Ni tanques ni cañones ni generales ni almirantes ni brigadieres custodiando el pronunciamiento popular. Ahora son empresarios y banqueros los que atienden de ambos lados del mostrador.

 

Ellos son, para decirlo sin eufemismos, los dueños de la pelota con la que se juega un partido a puertas cerradas. Además de la pelota, eligen el árbitro y las reglas del juego y los tribunales a los que hay que apelar en caso de alguna violación a lo establecido. Todo cuanto se recauda en este juego invisible sale en cohetes que no van a parar a la luna sino a lejanos y seguros paraísos fiscales. Allí descansan las inmensas fortunas del presidente y del resto de los ladrones de guante blanco que habitan en el centro del poder, ahora conocido como la Banca Rosada. La dirección es la misma: Balcarce 50.