La inseguridad está en buenas manos
Por Juan Carlos Martínez / Foto: Florencia Vizzi (Conclusión)
La Argentina no puede volver a vivir bajo la ley de la selva.
La doctrina del garrote y las balas no tiene nada que ver con la seguridad pública.
La policía no está para perseguir a los ciudadanos sino para protegerlos.
Mucho menos para asesinarlos por la espalda.
Mientras no se entienda que los problemas de la sociedad preceden a la aplicación del Código Penal, el país estará dividido en dos sectores cada vez más alejados uno del otro: el de los que gozan de un sistema económico perverso que sólo puede sostenerse reprimiendo y el de aquellos que han quedado fuera del gran banquete del que sólo recogen las migajas.
La inseguridad no la producen los arrebatadores de carteras, celulares o cámaras fotográficas ni los que duermen en las calles y en las plazas ni los que ayunan cotidianamente.
La inseguridad es anterior a ellos. Su raíz está en el propio sistema económico.
Allí nace la inseguridad laboral, la inseguridad alimentaria, la inseguridad sanitaria, la inseguridad educativa, la inseguridad jurídica, etc., etc.
La respuesta del sistema es la misma de siempre: garrote y balas a los que piden pan y trabajo, a los que reclaman justicia y a los que luchan por la libertad: más policías, más armamentos, más cárceles.
Pero los que protestan no son sólo los que han quedado fuera del sistema laboral y del derecho humano a alimentarse.
El clamor se ha extendido a los que tienen trabajo pero que han perdido derechos adquiridos con el riesgo cierto de pasar al mundo de los excluidos.
Y a los jubilados, a quienes el Estado los trata como objetos descartables al colocarlos entre dos opciones de hierro: la comida o los medicamentos.
La gente ahora vive muchos años… algo hay que hacer, ha dicho la directora del Fondo Monetario Internacional.
¿Eutanasia colectiva?
Una perversa manera de sembrar miedo.
El miedo es otra herramienta que el gobierno usa para imponer sus objetivos.
Todo eso es violencia.
La economía en manos de los ricos que gobiernan para los de su misma clase también es violencia.
Violencia es establecer techos para los salarios con una inflación que duplica el ingreso que perciben trabajadores y jubilados mientras las tarifas de los servicios públicos, los alimentos y los medicamentos trepan hasta las nubes.
Pobreza cero prometida por los que fabrican pobres suena como si los fabricantes de armas llamaran a la paz.
Según un informe de Unicef Argentina de julio de 2017, el 29,7% de las personas adultas está en situación de pobreza. Y si se centra en hogares donde residen niños y adolescentes este porcentaje trepa a 47,7% (18 puntos porcentuales más que la pobreza en general).
Y sigue; “Estos porcentajes significan millones de personas. En términos absolutos hay en Argentina alrededor de 5,6 millones de niñas y niños pobres, de los que 1,3 millón están en situación de extrema pobreza, es decir que residen en hogares cuyos ingresos son insuficientes para adquirir una canasta básica de alimentos”, destaca el informe del “Instituto de Estudios Laborales y del desarrollo Económico” para Unicef reproducido por Andrea San Esteban.
Un país que produce alimentos para más de cuatrocientos millones de personas no puede darle de comer a los cuarenta y cinco millones de hombres, mujeres y niños que viven en la generosa tierra de las carnes y los cereales y de cuantiosos recursos naturales.
El dato desnuda por completo la crueldad del sistema capitalista y el de quienes, como el gobierno de Cambiemos, lucran a costa del hambre y la pobreza a la que está sometida casi la mitad de la población.
Mientras este calamitoso cuadro que ofrece la Argentina crece sin solución de continuidad, el gobierno hunde al país en un gigantesco endeudamiento que habrá de hipotecar a varias generaciones de argentinos.
Como garantía de semejante saqueo, y con la excusa de combatir la inseguridad, el gobierno aumenta en secreto el arsenal de instrumentos para reprimir al pueblo, reitera su decisión de legalizar el gatillo fácil y le permite al imperio del Norte instalar una base militar en nuestro territorio.
La inseguridad está en buenas manos.