La libertad entre rejas

Por Juan Carlos Martínez

 

Como esos ladrones de extrema audacia que te asaltan a cara descubierta, Macri y el resto de su banda ya no usan careta para cometer toda suerte de tropelías.
Lo demuestra la incesante arremetida contra la noble causa de los derechos humanos.

 

Cuando el empresario-presidente dijo que se iba a terminar el "curro de los derechos humanos", no estaba haciendo una mera promesa de campaña, como otras que no cumplió.
En este caso hablaba desde lo más profundo de sus convicciones.

 

Y de sus compromisos.

 

En los dos años que lleva este gobierno, el ataque a la causa de los derechos humanos se desarrolla en tres frentes: el político, el judicial y el de difusión.

 

Todo marcha en dirección contraria al objetivo de Memoria, Verdad y Justicia planteado por el legítimo derecho que tiene la sociedad argentina de encontrar la manera civilizada de aliviar el tremendo daño sufrido.

 

Hablamos de aliviar y no de saldar porque ni las más severas condenas a quienes cometieron múltiples delitos de lesa humanidad alcanzan para reparar semejantes atrocidades cometidas contra hombres, mujeres y niños.

 

El último intento por borrar de la memoria colectiva el genocidio provocado por las fuerzas armadas en complicidad con sectores civiles tuvo como escenario la Plaza de Mayo.

 

Primero avanzaron con la instalación de rejas. Poco a poco ese símbolo de la libertad se fue transformando en una cárcel.

 

Ahora, para ingresar al interior del histórico lugar hay que recorrer un verdadero laberinto.

 

Policías fuertemente armados custodian el lugar. Son los carceleros de la democracia. En tiempos de la dictadura hacían simulacros de fusilamiento apuntando a las Madres en las rondas de los jueves.

 

¡Apunten!, ordenaba el jefe del pelotón.

 

¡Fuego!, respondían la valientes madres con sus brazos al cielo.

 

Allí están nuevamente los centuriones para enfrentar a dos de sus más temidos enemigos: las Madres y sus pañuelos blancos.

 

Primero borraron ese símbolo histórico pintado sobre las baldosas. Después allanaron la sede de Madres de la calle Irigoyen.

 

¿Qué más harán para parecerse a la dictadura de Videla, Massera y Agosti?

 

¿Secuestrarán a alguna de esas Madres?

 

¿Repetirán los vuelos de la muerte?

 

Ya no les alcanza con encarcelar disidentes.

 

Ahora le ponen rejas a la libertad.

 

Sii esto no marca el límite, si no reaccionamos a tiempo, el riesgo de caer nuevamente en el abismo estará a la vuelta de la esquina.

 

Lo grave no es sólo lo que ellos hacen.

 

Lo grave es también lo no hacemos nosotros.