Carrió y los “pobres viejitos”
Por Juan Carlos Martínez
Como si se tratara de una comediante apta para desempeñar cualquier papel que se le cruce por su cabeza, la diputada Elisa Carrió acaba de convertirse en defensora de oficio de los genocidas condenados por delitos de lesa humanidad.
Aprovechando el clima que le brinda el nuevo escenario político del país y la nostalgia que seguramente despierta en ella el recuerdo de su ingreso al universo judicial de la mano de los militares, Carrió ha puesto el grito en el cielo por las presuntas condiciones inhumanas en que pasarían sus días en las cárceles los genocidas, a quienes ha identificado como “pobres viejitos”.
Otra sugerencia de Carrió apuntó a la revisión de los juicios contra los genocidas. “Hay juicios donde no hay pruebas” sostuvo con su inveterada costumbre de tirar palos de ciego.
Esta vez no habló de porcentajes como en el caso de Santiago Maldonado.
También pidió piedad para los “chicos jóvenes” que obedecieron órdenes para torturar y matar, lo que en buen romance sería legalizar dos delitos de lesa humanidad justificados por la ley de Obediencia Debida anulada por el Congreso con la suma de su voto como diputada..
En otro pasaje dijo que “la violencia venía de los dos lados”, una forma de sumarse a la perversa teoría de los dos demonios.
Alimentada por su falso espíritu piadoso que matiza con sus constantes invocaciones a Dios y con el estímulo del aluvión de votos que le dio la derecha porteña, el discurso de la democrática y republicana diputada se confunde con el de Cecilia Pando, la acérrima apologista del terrorismo de Estado.
El estridente reclamo de Carrió a favor de genocidas contrasta con el estridente silencio que mantiene sobre las inhumanas condiciones en que Milagro Sala pasa sus días en la cárcel donde el maltrato al que está sometida pone en riesgo su vida.
¿O Carrió cree que defender los derechos de los que menos tienen como ha hecho Milagro Sala es más grave que secuestrar, torturar, asesinar y robar niños como hicieron los “pobres viejitos” que ella defiende?
Carrió se olvida que las Madres y las Abuelas que perdieron a sus hijos y que todavía buscan a sus nietos también son personas de avanzada edad.
Madres y Abuelas que han envejecido con el peso del dolor y el sufrimiento.
Mujeres que hace más de cuarenta años sufren el tormento de la angustia y la incertidumbre por la ausencia de sus seres queridos.
Mujeres que viven bajo los efectos de una de las peores formas de tortura: la psicológica.
¿Carrió ignora que los autores se tantas atrocidades son sus “pobres viejitos”?
Lo sabe pero no le importa. Y no le importa porque ella es del mismo palo. Tan miserable como sus “pobres viejitos”.