Lecciones de dignidad

Por Juan Carlos Martínez / Foto: El Diario de La Pampa

 

Sí, son lecciones de dignidad. Nos referimos a los testimonios que hemos escuchado durante las audiencias desarrolladas en el marco de los juicios contra quienes estuvieron involucrados en delitos de lesa humanidad durante la dictadura.

 

Esas lecciones quedarán reflejadas en lo que han publicado los medios de comunicación y en los archivos de la causa como valiosísimos aportes para quienes, en el futuro, quieran indagar acerca de aquel trágico capítulo de nuestra historia.

 

Decimos que han sido lecciones de dignidad porque las propias víctimas del horror vivido celebraron que sus verdugos pudieran gozar de todas y cada una de las garantías que ellos no tuvieron.

 

¿Entenderán ellos la diferencia que existe entre aquellos infiernos preparados para torturar, golpear y violar a sus víctimas con esa sala amplia, luminosa, con cámaras de televisión, y repleta de personas, con abogados que los defienden y frente a jueces que no lucen capuchas?

 

¿Mensurarán la diferencia de ellos con quienes fueron secuestrados en sus domicilios, confinados en centros clandestinos donde permanecían encapuchados, esposados, con los ojos vendados, golpeados y picaneados, sin alimentos ni agua, sin atención médica y bajo el tremendo daño psicológico que les producía la incertidumbre de no saber si el amanecer del día siguiente los encontraría con vida?

 

Mirando de frente a la cara de sus verdugos, una de las víctimas les preguntó: ¿Hacer patria, como decían ustedes, era violar a chicas de veinte años?

 

Más de cuarenta años han pasado desde entonces y ninguno de los cientos y cientos de represores militares, policías o civiles han ensayado un mea culpa o han expresado su arrepentimiento por las atrocidades cometidas.

 

La deshumanización en la que están inmersos les impide ensayar un mínimo gesto de contrición. Incluso no son pocos los que públicamente reivindican el horror que sembraron en los años de plomo y no faltan los que confiesan su deseo de repetirlo.

 

Aún con todas las dificultades y obstáculos que atraviesa el reclamo de Verdad y Justicia en un contexto institucional no propicio, el ejemplo que nos dan las víctimas del terrorismo de Estado tiene un inmenso valor pedagógico.

 

¿Qué nos enseñan? Tres cuestiones fundamentales: la distancia que hay entre la democracia y la dictadura, la que separa la libertad de la opresión y la luz que irradia la vida sobre las sombras de la muerte.