Miserias humanas

Por Juan Carlos Martínez

 

Si uno analiza el derrotero que ha seguido Elisa Carrió en su vida, no puede menos que hablar de sus miserias. De las peores miserias humanas que luce desde que saltó a la arena política después de haber pasado por los tribunales chaqueños como funcionaria designada por la dictadura militar.


Su formación está dividida en dos partes absolutamente distintas: la civil y la militar. De ambas bebió en las peores fuentes y se nutrió de los peores ejemplos.


El 22 de octubre de 2007, en un acto partidario en la ciudad de Paraná, Raúl Alfonsín la calificó de “hipócrita” y “traidora”. El lapidario juicio de valor expresado por el ex presidente radical marcó a fuego el perfil de la actual diputada, principal aliada del gobierno de Cambiemos.


Cuando se ventilaba el caso de los hijos apropiados por la recientemente fallecida Ernestina Herrera de Noble, Carrió salió a defender abiertamente a la entonces propietaria del diario Clarín.


“Los hijos de la señora de Noble son nuestros hijos” dijo sin importarle que con semejante aseveración hacía causa común con una persona fuertemente sospechada de haber cometido un delito de lesa humanidad por partida doble.


Tampoco le importó la angustia de centenares de abuelas que entonces y todavía hoy buscaban y siguen buscando a sus nietos y nietas arrancadxs de los brazos de sus padres biológicos.


La viuda de Noble había sido privada de su libertad por el ex juez Roberto Marquevich por las graves irregularidades cometidas en los trámites para anotar a Marcela y Felipe con el apellido de Roberto Noble, fallecido siete años antes de registrar a aquellas dos criaturas.


La propia empresaria escribió en su diario en la edición del 12 de enero de 2003 una suerte de confesión: “Muchas veces he hablado con mis hijos sobre la posibilidad de que ellos y sus padres pudieran haber sido víctimas de la represión ilegal”.
A la republicana Carrió tampoco le importó que el Grupo Clarín había participado en otro delito de lesa humanidad como la apropiación de Papel Prensa, el medio en el que la actual diputada siempre encuentra generosos espacios para desgranar sus miserias humanas.


La más reciente de todas es la que acaba de lanzar por el canal televisivo TN durante un debate entre candidatos a las elecciones del 22 de este mes en el momento en que surgió el caso de Santiago Maldonado.


En línea con la postura del gobierno de Cambiemos y con el rosario de pistas falsas difundidas para ocultar la verdad, la diputada Carrió dijo que “un veinte por ciento de posibilidades ubican a Santiago Maldonado en Chile”.


También negó que se trate de una desaparición forzada y hasta se animó a decir que “el gobierno no tiene nada que ver” como si Gendarmería fuera una fuerza extraterrestre manejada por control remoto por la ministra Patricia Bullrich y sus colaboradores.


En sintonía con la descarada manipulación oficial que el gobierno lleva adelante a través de los grandes medios de comunicación, Carrió se sumó a la perversa estrategia de cargar sobre algún gendarme “descarriado” lo ocurrido con Maldonado.


Con ese objetivo, la diputada sostuvo que “si existió un hecho por parte de alguien de Gendarmería, tiene que ir preso por asesinato y el resto por encubrimiento”.


El resto son los perejiles, como reza el dicho popular cuando el hilo se corta por lo más delgado.


De esa manera, Carrió repite la misma teoría que vanamente intentaron aplicar los máximos responsables del terrorismo de Estado cuando pretendían ocultar los secuestros, las torturas, los crímenes y el robo de bebés calificando de excesos lo que claramente fue un plan criminal diseñado y ejecutado por las fuerzas armadas en complicidad con sectores civiles y eclesiásticos.


Afortunadamente, aquella terrible experiencia ha madurado en la conciencia de la sociedad argentina y el reclamo por Santiago Maldonado es el grito de la vida sobre el silencio de la muerte.


Un grito que las miserias humanas no podrán silenciar.