El silencio no es salud
Por Juan Carlos Martínez
El tiempos de la dictadura nos abrumaban cotidianamente con un consejo aparentemente dirigido a preservar la buena salud de los argentinos.
"El silencio es salud" decía aquella metáfora con la que los militares nos invitaban a cerrar el pico, sutil manera de impone censura y autocensura.
Ya sabemos de sobra cuál fue el costo que pagaron aquellas personas que se atrevieron a romper el silencio.
El terror sembrado por la dictadura indujo a buena parte de la sociedad a autocensurarse, un recurso que le permitió a Borges interpretar metafóricamente aquella sugerencia: "Los argentinos han aprendido a escribir con curvas" dijo el famoso escritor para que todo el mundo entendiera por dónde transitaba entonces la libertad de expresión.
Con la recuperación de la democracia los argentinos dejamos de escribir y hablar con curvas, aunque de tanto en tanto asoma en el horizonte el fantasma de la censura, a veces de manera directa y brutal como acaba de ocurrirle a Milagro Sala.
Encima de todo lo que ha perdido en materia de elementales derechos individuales como el principio de presunción de inocencia, las continuas humillaciones durante su cautiverio, el traslado de una cárcel a otra y el incumplimiento de los tratados internacionales por parte del Estado, ahora se suma la censura a su libertad de expresión.
Una de las sinrazones por las cuales el dependiente Poder Judicial de Jujuy acaba de ordenar el cese de la prisión domiciliaria de Milagro es el grito libertario que la valiente luchadora social dirigió a los gendarmes que la vigilan día y noche: "¿Dónde está Santiago Maldonado?" preguntó a todo pulmón y de esa manera repitió un clamor que resuena en el mundo entero.
Incluir el grito de libertad de Milagro en la causa judicial como si se tratara de un delito, no es otra cosa que exhumar aquel consejo de la dictadura que en nombre de la buena salud de los argentinos nos inducía a mantener silencio.
¿Hasta dónde serán capaces de llegar con esta forma de censura?
¿La mordaza impuesta a Milagro Sala se extenderá a todas las personas que preguntemos dónde está Santiago Maldonado?
La libertad de expresión nos ha costado mucha sangre, sudor y lágrimas y por eso seguiremos haciendo la misma pregunta que hizo Milagro: ¿Dónde está Santiago Maldonado?
Rompamos el silencio… el silencio, no es salud.