Impunidad, un rayo que no cesa


Por Juan Carlos Martínez

 

Algunos especialistas en la materia suelen decir que el Código Penal está hecho para los más vulnerables. El nivel social de los presos en las cárceles lo confirma: entre el ochenta y el noventa por ciento son pobres.

 

Eso de que todos somos iguales ante la ley es pura teoría. Cuando un poderoso va a dar con sus huesos a la cárcel, miles de pobres ya viven entre rejas.

 

Y no hablemos de las inhumanas condiciones en que cumplen sus condenas a pesar de lo que manda el artículo 18 de la Constitución Nacional: “las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas”.

 

Ni qué decir de la escasa o nula posibilidad que tienen esas personas para reinsertarse en una sociedad que cree que ella es ajena a las múltiples causas que impulsan a esas personas a delinquir.
La otra cara de la realidad se encuentra en la impunidad que gozan algunos personajes que han vivido y viven al margen de las leyes.

 

Es el caso de Juan Carlos Tierno, el actual ministro de Seguridad de La Pampa, un golpeador y torturador de mujeres que ejerce esas funciones a pesar de estar condenado a dos años de prisión por abuso de autoridad.

 

Como la pena no ha sido confirmada en segunda instancia, el hombre de la mano dura y larga que escogió el gobernador Carlos Verna para disciplinar a la sociedad pampeana maneja la seguridad pública bajo la ley del garrote.

 

Con un agravante que hace más visible su impunidad: el asesinato del cazador de liebres Santiago Garialdi a manos de un policía al que seguramente apuntará la responsabilidad mayor del grave suceso, mientras se tratará de atenuar o eximir de culpas a los que imparten las órdenes.

 

Vieja estrategia conocida por todo el mundo.

 

“El primer tiro al aire, el segundo directamente a la cabina”, había ordenado Tierno cuando un policía le planteó el tema de los cazadores.

 

Un policía le dijo al “ministro”, en su primer período, que cuando perseguían a esos cazadores “nos tiran con clavos miguelito”.

 

“¿Ah, sí? Entonces… el primer tiro al aire, el segundo directamente a la cabina”, explicó Tierno (escuchar el audio que acompaña este artículo).

 

O sea, que si después del primer tiro continuaba la marcha, el policía tenía que disparar a las personas que ocupaban el vehículo, con la posibilidad cierta –como ocurrió- de convertir el ataque en un asesinato.

 

Esa orden de Tierno, de la que además se jactó a finales de 2014, un año antes de asumir por segunda vez la cartera de Seguridad, es un dato que no puede quedar al margen de la causa ya que los continuos abusos de la policía aumentaron notablemente desde que la seguridad pública volvió a quedar en sus manos.

 

Sin embargo, el gobernador sigue sosteniendo a Tierno mientras su secretario de Derechos Humanos trata de poner paños fríos con ambiguos mensajes que utiliza Verna para entretener a la gilada.

 

DENSO PRONTUARIO

 

Desde que Tierno golpeó y torturó a una joven en noviembre de 1984, siendo funcionario público, hasta el presente, la impunidad ha sido su fiel e inseparable compañera.

 

Su prontuario no se agota en aquella salvajada. Cometió otras, como la de golpear a su primera esposa delante de sus pequeños hijos.

 

El infierno en el que vivía aquella mujer la obligó a escapar entre gallos y medianoche con sus dos criaturas.

 

Las denuncias y los testimonios recogidos, entre ellos un expediente iniciado en la Legislatura, desaparecieron o murieron en los archivos de la impunidad de la que Marín y Verna –entre otros- fueron sus principales artífices.

 

Tierno también ha dejado su marca en hechos de corrupción y abuso de poder en su fugaz paso por la municipalidad de Santa Rosa donde sólo estuvo 87 traumáticos días.

 

Un año antes había sido despedido por el entonces gobernador Verna por la escalada de apremios ilegales que se cometían en las comisarías.

 

Pero como los compromisos políticos están por encima de la racionalidad política, Verna volvió a incorporarlo a su gabinete en la misas funciones.

 

Ni bien asumió el cargo a finales de 2015, la policía volvió a aplicar de manera sistemática la mano dura.

 

El 6 de febrero de 2016, el propio Tierno encabezó la brutal represión contra pacíficos vecinos de Villa Sauze y Sansinena que se habían concentrado en el Meridiano V por temor a que el crecimiento de las aguas volviera a inundar sus calles y sus casas.

 

Machete en mano y a la orden de “metan balas” el feroz ataque contra hombres, mujeres y niños dejó más de veinte heridos, algunos de ellos de gravedad.

 

Desde entonces hasta hoy, los abusos policiales se repiten cotidianamente y a cualquier hora del día, tal como está ocurriendo en todo el país merced al estado policial que actualmente se vive en la Argentina desde que gobierna la derecha más reaccionaria.

 

En ese contexto, Tierno se mueve como pez en el agua y como Verna mira para otro lado, su impunidad es un rayo que no cesa.