Coherencia y dignidad
Por Juan Carlos Martínez
En un tiempo en que muchos jueces y fiscales se han convertido en instrumentos del poder político de turno, Juan Manuel Ramos Padilla se mantiene fiel a una línea de coherencia y dignidad de la que no se ha apartado en su larga carrera judicial.
Ramos Padilla fue el primer juez que declaró inconstitucional la Ley de Obediencia Debida impulsada por el presidente Raúl Alfonsín y votada por el Congreso de la Nación en 1987.
En aquel crucial momento de nuestra historia, Ramos Padilla era titular del Juzgado 4 de Morón, en la provincia de Buenos Aires. Por aquellos días, cientos y cientos de asesinos y torturadores habían sido liberados merced a aquella amnistía encubierta. Uno de ellos era Miguel Osvaldo Etchecolatz, condenado a 23 años de prisión como responsable de noventa y un casos de torturas.
En el número 591 de la revista española Interviú, de fecha 9 de septiembre de 1987, el autor de esta nota publicó un extenso artículo al que el medio español le dedicó seis páginas con el siguiente título: "ARGENTINA: otra vez los perros están en la calle".
El artículo incluyó expresiones del fallecido maestro Alfredo Bravo, una de las víctimas del torturador Etchecolatz y una entrevista a integrantes del Centro de Militares para la Democracia (CEMIDA).
"TE VOY A REVENTAR"
La nota de Interviú comenzaba con una anécdota que Ramos Padilla nos comentó cuando lo entrevistamos en su despacho de Morón. Así decía.
"El juez Juan Manuel Ramos Padilla no tiene secretaria, él mismo atiende las llamadas telefónicas en su despacho del Juzgado número 4 de Morón, en la provincia de Buenos Aires. El edificio está ubicado frente a la regional de la policía que se hizo trágicamente célebre durante la dictadura militar. El teléfono sonó temprano esa mañana de finales de junio pasado. "Habla el comisario Etchecolatz…¡te voy a reventar!" Un frío polar recorrió el cuerpo de Ramos Padilla al escuchar la voz del comisario Miguel Osvaldo Etchecolatz, uno de los torturadores más temidos en la provincia de Buenos Aires. Brazo derecho del general Camps, el carnicero de Buenos Aires, Etchecolatz acababa de salir de la cárcel de Magdalena a la que había ingresado meses antes para cumplir 23 años de prisión impuestos por la Cámara Federal de la capital argentina que lo encontró culpable del delito de aplicación de tormentos a los detenidos, reiterado en 91 oportunidades".
En otra parte del artículo, se decía que "Ramos Padilla había sido el primer juez que declaró inconstitucional la Ley de Obediencia Debida. Pero el veneno que le brotaba a Etchecolatz cual perro rabioso no era solamente por esa circunstancia sino porque este magistrado estaba investigando a una banda de ultraderecha que operaba en la provincia de Buenos Aires dirigida por el propio Etchecolatz desde la cárcel. Aunque parezca increíble, estos asesinos y torturadores siguen moviendo los hilos desde los lugares de confinamiento".
(Revista Interviú, número 591, 9 de septiembre de 1987)
SIN PELOS EN LA LENGUA
Ramos Padilla no es un juez que sólo habla por sus sentencias, como suelen decir aquellos magistrados que, como ciudadanos, no expresan sus opiniones y de esa manera se autocensuran. Acusado y hasta denunciado por comentarios que habitualmente difunde por twitter, Ramos Padilla refuta la ofensiva que se ha desatado sobre él por sus opiniones.
"Los jueces somos personas. Nunca voy a opinar sobre alguna causa en trámite en mi juzgado, pero tengo un concepto de imparcialidad distinto. Uno tiene que ser imparcial en un caso concreto. Pero no puede permanecer ajeno a las cosas fuertes de la sociedad", dice con absoluta convicción.
Y agrega: "No me gusta la hipocresía, no me gusta que la Asociación de Magistrados le rinda pleitesía a la dictadura. Trato de que la gente sepa de la hipocresía del Poder Judicial, donde nada cambió con la democracia y hago mi aporte a través de este medio", sostiene Ramos Padilla, un juez que tuvo causas muy pesadas como la de investigar delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar, entre ellos la apropiación de niños.
La ofensiva del gobierno de Cambiemos sobre jueces y fiscales que no le son funcionales ha puesto en la mira, entre otros, a un magistrado que, como Ramos Padilla, no sólo habla por sus sentencias.
Nada peor para Macri que escuchar a jueces y fiscales que hablen desde su coherencia y desde su dignidad.