De goles y de votos

Por Juan Carlos Martínez

 

Los tiempos electorales siempre son propicios para descubrir facetas humanas ocultas que salen a relucir para captar votos. Y como los votos son como los goles al fútbol, no importa si la pelota que llegó al fondo de la red fue impulsada por la mano de Dios o si el autor de la conquista estaba en posición prohibida. Goles son amores. Los votos también.

 

En el marco de esa imperiosa necesidad de sumar votos, lo que antes nos conducía inexorablemente al paraíso hoy es el camino sin escalas al infierno. 

 

Eso es lo que acaba de descubrir el ministro de Economía de La Pampa a través de unas declaraciones que algún despistado podría atribuir a alguien que bebió economía en las fuentes del marxismo y no a un servidor del neoliberalismo.

 

Ahora, Verna mandó al ministro Ernesto Franco a colocar al gobierno pampeano en una postura crítica sobre el manejo de los fondos públicos que hace el gobierno de Cambiemos. 

 

Destinatario de esas críticas fue el viceministro del Interior, Sebastián García de Luca, "un experonista que se olvidó de la justicia social y hoy es vocero del capitalismo salvaje", según Franco.

 

O sea que cuando los legisladores pampeanos que responden a las directivas del gobernador Verna (el ex senador que hacía lobby para los bancos, que es como decir para el capitalismo salvaje)  votaron a favor del pago a los fondos buitres, estaban contribuyendo al declarado y soñado objetivo patriótico del gobierno de Macri: "que Argentina vuelva al mundo".

 

A un mundo que, dicho sea, responde a lo que mandan los dueños del poder económico, esas aves de rapiña que se llevan la sangre, el sudor, las lágrimas y la vida misma de los pueblos. 

 

Está visto que en política los votos valen como los goles en el fútbol. 

 

A veces es la mano de Dios la que hace llegar la pelota al fondo de la red para lograr el triunfo. 

 

En política es la mano del dios mercado la que define la contienda, aunque los que alimentaron al salvaje ahora quieran mandarlo a la hoguera para restarle votos.

 

De goles y de votos

Por Juan Carlos Martínez

Los tiempos electorales siempre son propicios para descubrir facetas humanas ocultas que salen a relucir para captar votos. Y como los votos son como los goles al fútbol, no importa si la pelota que llegó al fondo de la red fue impulsada por la mano de Dios o si el autor de la conquista estaba en posición prohibida. Goles son amores. Los votos también.

En el marco de esa imperiosa necesidad de sumar votos, lo que antes nos conducía inexorablemente al paraíso hoy es el camino sin escalas al infierno.

Eso es lo que acaba de descubrir el ministro de Economía de La Pampa a través de unas declaraciones que algún despistado podría atribuir a alguien que bebió economía en las fuentes del marxismo y no a un servidor del neoliberalismo.

Ahora, Verna mandó al ministro Ernesto Franco a colocar al gobierno pampeano en una postura crítica sobre el manejo de los fondos públicos que hace el gobierno de Cambiemos.

Destinatario de esas críticas fue el viceministro del Interior, Sebastián García de Luca, “un experonista que se olvidó de la justicia social y hoy es vocero del capitalismo salvaje”, según Franco.

O sea que cuando los legisladores pampeanos que responden a las directivas del gobernador Verna (el ex senador que hacía lobby para los bancos, que es como decir para el capitalismo salvaje)  votaron a favor del pago a los fondos buitres, estaban contribuyendo al declarado y soñado objetivo patriótico del gobierno de Macri: “que Argentina vuelva al mundo”.

A un mundo que, dicho sea, responde a lo que mandan los dueños del poder económico, esas aves de rapiña que se llevan la sangre, el sudor, las lágrimas y la vida misma de los pueblos.

Está visto que en política los votos valen como los goles en el fútbol.

A veces es la mano de Dios la que hace llegar la pelota al fondo de la red para lograr el triunfo.

En política es la mano del dios mercado la que define la contienda, aunque los que alimentaron al salvaje ahora quieran mandarlo a la hoguera para restarle votos.