Sobre la trata: ¿quién tira la primera piedra?

Por Juan Carlos Martínez

 

La connivencia entre el poder político y los grupos que se dedican al infame negocio de la trata ha desatado un cruce de acusaciones que reactualiza aquel viejo proverbio que dice: “aquel que esté libre de culpas, que arroje la primera piedra”.

 

Pero como nadie puede arrojar la primera piedra, los políticos que han salido al ruedo se están tirando con palabras de distinto calibre contando historias cargadas de datos y omisiones como si en La Pampa todo el mundo hubiese perdido la memoria.

 

La condena que acaba de recibir el intendente justicialista de Lonquimay, Luis Rogers, despertó la rápida reacción defensiva de su padrino político, el ex gobernador Rubén Marín junto al silencio cómplice del gobernador Verna.

 

Además de expresar sus afectos por el condenado a cinco años de prisión, Marín volvió a exhumar el recuerdo de viejos tiempos, cuando se decía que la prostitución era “el oficio más antiguo”.

 

“En otros tiempos, un cabaré no estaba mal visto” dijo Marín sin tener en cuenta que no se estaba hablando del pasado sino del presente y que la explotación sexual de las mujeres no es un trabajo sino una forma de esclavitud.

 

O sea, un delito y no un pasatiempo para entretener a camioneros que atraviesan los caminos de La Pampa nostra.

 

El arcaico argumento central utilizado por el presidente del PJ puso al desnudo el estancamiento conceptual en el que se encuentra el ex gobernador en su intento de justificar los estrechos vínculos de Rogers y otros intendentes justicialistas con la trata.

 

Los dichos de Marín le sirvieron a la diputada de Cambiemos, Josefina Díaz, para criticar duramente al ex gobernador. “No podemos justificar delitos basándonos en las costumbres” sostuvo la legisladora que dejó el radicalismo para convertirse en diputada del bloque macrista.

 

“Quien no puede acompañar, percibir o entender los avances de la sociedad, en este y otros sentidos, deja de ser un auténtico representante de ella”, agregó Díaz.

 

¿Incluye a Macri?

 

La respuesta a los juicios de Josefina la dio el diputado Espartaco Marín, hijo del ex gobernador, quien le recordó a la legisladora de Cambiemos que mientras su esposo José Luis Orozco era intendente de Macachín por el radicalismo, en esa localidad funcionaron tres cabarés.

 

Orozco fue diputado por la UCR durante dos períodos y luego fue elegido intendente municipal en la mencionada localidad.

 

Espartaco Marín dijo, entre otras cosas, que “ojalá la legisladora empleara la misma celeridad de sus comunicados en escuchar atentamente el audio del presidente del Partido Justicialista pampeano, Rubén Hugo Marín, y así percibiría que no existió justificativo de ningún delito y menos aún de uno tan sensible como lo es la trata de personas. Lo que el presidente de nuestro partido hizo fue explayarse sobre el cambio en la valoración cultural del delito de trata de personas en los últimos años, justificando este cambio como algo positivo para los derechos de las mujeres y para la sociedad en su conjunto”.

 

Sin embargo, pese a su presunta valoración cultural, Rubén Marín no ha dejado de sostener políticamente al condenado Rogers.

 

Otra legisladora que terció en el cruce dialéctico fue la senadora nacional Norma Durango.

 

“Hay que esperar que la justicia dé su fallo definitivo” sostuvo Durango y de esa manera repitió el argumento utilizado por Marín, es decir, la presunción de inocencia sabiendo que las causas que involucran a quienes forman parte del poder de turno suelen dormir el sueño de los justos.

 

“Yo no soy jueza para acusar, pero tampoco defensora. He trabajado desde hace años por visibilizar y condenar la trata de personas con fines de explotación sexual. He recorrido toda la provincia y no me retraigo de todo lo que he hecho. La condena tiene que venir de la justicia. Yo estoy visibilizando este flagelo del mundo entero”, sostuvo la misma funcionaria que comparte el poder con un ministro golpeador y torturador de mujeres mientras se presenta como defensora de inexistentes políticas de género”.

 

¿Pedirá Durango una segunda oportunidad para el intendente Rogers como pidió en su momento para el policía represor Hugo Marenchino?

 

A la luz de los argumentos expuestos tanto por Marín padre e hijo como por Josefina Díaz y Norma Durango, la conclusión es que la connivencia entre la trata y la política transitan por caminos paralelos.

 

Para decirlo con mayor precisión, ni unos ni otros están en condiciones de arrojar la primera piedra.