Morir sin pena ni gloria
Por Juan Carlos Martínez
“…Y en definitiva, lo que buscan es que esto se alargue, que el análisis no se haga nunca para que Ernestina muera invicta, sin condena”.
Eso es lo que decía Pablo Llonto en una entrevista que aparece en La Apropiadora, libro de mi autoría (ediciones 2011, 2013 y 2014). El autor de La Noble Ernestina se refería a los continuos obstáculos que planteaban los abogados de la viuda del fundador del diario Clarín para que la apropiadora de dos menores de edad durante la dictadura se fuera de este mundo “invicta”, es decir, impune.
Y así ha sido. La poderosa empresaria, una de las mayores accionistas del Grupo Clarín junto a Héctor Magnetto, murió el miércoles de esta semana a los 92 años de edad.
“Señora, usted insertó datos falsos en dos expedientes judiciales con la complicidad de dos juzgados, robó dos chicos, les quitó la identidad y los asentó en dos registros con un nombre falso”, le dijo Roberto Marquevich a Ernestina a finales de 2002, cuando el entonces juez de San Isidro ordenó su detención por las múltiples irregularidades probadas en la causa en la que la Ernestina anotó como hijos propios a Marcela y Felipe Noble Herrera.
La poderosa empresaria permaneció pocos días detenida mientras el Consejo de la Magistratura destituía a Marquevich y dejaba en manos del juez Conrado Bergesio la causa.
El trámite para apartar a Marquevich fue tan rápido como las gestiones de los abogados de Ernestina para cortar por lo sano con un juez que se atrevió a hurgar en un caso que involucraba a uno de los mayores factores de poder como era y sigue siendo el Grupo Clarín.
¿Doctor, usted está seguro que no pasaré la Nochebuena detenida? le preguntó Ernestina a Padilla Fox, uno de sus abogados, el viernes 20 de diciembre de 2002.
“No, señora, de ninguna manera. Nuestra gente ya habló con algunas personas vinculadas a la Cámara Federal de San Martín y nos dijeron que a Marquevich lo van a hacer mierda”.
Y así fue: Marquevich fue destituido y Ernestina volvió a su casa y el 12 de enero de 2003 publicó en Clarín un artículo que vino a confirmar las sospechas que desde entonces envuelven al origen biológico de Marcela y Felipe.
“Muchas veces –decía la nota- he hablado con mis hijos sobre la posibilidad de que ellos y sus padres pudieran haber sido víctimas de la represión ilegal”.
Sin embargo, el juez Bergesio dejó que la causa durmiera el sueño de los justos en su despacho y fue la Cámara de San Martín la que debió apartarlo para reemplazarlo por Sandra Arroyo Salgado.
Todo siguió transcurriendo a la medida de los intereses de la apropiadora. Lejos de investigar otros caminos marcados en un escrito presentado por Pablo Llonto en septiembre de 2013, la jueza Arroyo Salgado, a poco de asumir el gobierno de Cambiemos, dictó el sobreseimiento de Ernestina Herrera de Noble.
En esa línea de impunidad, Arroyo Salgado resolvió en el caso de Papel Prensa, la otra causa que involucra al Grupo Clarín, dos hechos considerados como delitos de lesa humanidad.
La premonición de Pablo Llonto se ha cumplido: Ernestina ha muerto invicta.
Sin pena ni gloria.