Macri sin maquillaje

Por Juan Carlos Martínez

 

Hay que admitir que muchos que votaron a Mauricio Macri lo hicieron de buena fe, convencidos de que la Argentina entraría en un ciclo de cambios para bien de todos. 

 

Es claro que esos cambios no fueron los que el candidato presidencial anunciaba en su campaña, pero fueron cambios. Los mismos que esperábamos quienes conocíamos la nebulosa historia de los Macri desde que Franco y Mauricio llenaban de oro sus bolsillos mientras la dictadura regaba esta tierra con la sangre de miles de argentinos.

 

El acceso de Mauricio al gobierno de la ciudad de Buenos Aires consolidó los planes de la famiglia y sus amigos encaminados a multiplicar los negocios privados a través del Estado, esta vez en sus propias manos.

 

Pero no sólo fueron los negociados los que contribuyeron a degradar la política con múltiples actos de corrupción a través de la obra pública.

 

El deterioro del sistema democrático fue creciendo con la incorporación de funcionarios ligados a la dictadura militar, cosa que se hizo más notoria con la creación de la Policía Metropolitana con Jorge Fino Palacios al frente del organismo de seguridad.

 

Cuando Macri habló del curro de los Derechos Humanos -ya presidente- hablaba desde sus convicciones, desde su ideología. Y en representación de su gobierno y de los sectores más reaccionarios de la sociedad.

 

Eso está clarísimo. Cada paso que Macri da, lo acerca más al autoritarismo y la dictadura.

 

Su viaje a los Estados Unidos para reanudar las relaciones carnales que en los noventa selló Menem, es una clara señal de alarma para nuestra soberanía económica, política y militar. Para el futuro de la Argentina.

 

Ya no se trata de hipotecar nuestros recursos naturales, que no es poca cosa. Ahora el riesgo de involucrarnos en conflictos bélicos como el de la guerra del Golfo en tiempos de Menem está a la vuelta de la esquina.

 

El abrazo de Macri con Trump simboliza la entrega de nuestra soberanía, la sumisión ciega al gran imperio y el renunciamiento a la tradicional postura argentina a favor de la paz.

 

Algunos hablan de traición a la patria. Hacia ese camino es el que conduce un planteo de tres letrados que acaban de concretar una denuncia contra el presidente Macri “por defraudación contra la administración pública y abuso de autoridad”.

 

La demanda recayó en el Juzgado Federal Nº1 a cargo de María Romilda Servini de Cubría y también alcanza al jefe de Gabinete, Marcos Peña, y al titular de Finanzas, Luis Caputo.

 

Los abogados Eduardo Barcesat, Jorge Cholvis y Arísides Corti sostienen que los recursos hidrocarburíferos, el litio, otros recursos minerales estratégicos y las empresas del Estado quedaron fuera de la protección de inmunidad soberana contemplada en las emisiones de deuda externa y, por lo tanto, pasaron a ser pasibles de embargo y ejecución en una hipotética disputa legal con acreedores externos.

 

¿Quién es Macri?

 

Hablar de la historia de Macri ahora es como opinar con el diario del lunes. Pero no son pocos los que conocíamos lo que es y lo que representa Macri. Sin ningún tipo de presunción, es oportuno recordar el último capítulo del libro La Pampa nostra, editado dos meses antes de las elecciones de octubre de 2015 (páginas 129/130), en el cual el autor de este artículo escribió lo siguiente:

 

"Macri es algo más que un representante del viejo y recalcitrante conservadorismo. Simboliza la Argentina del pasado reciente: el del menemismo y el de la dictadura. El de las privatizaciones. El de los ajustes de Cavallo. El de la educación y la salud privadas. El de la burguesía urbana y rural. El de la política para hacer negocios. El del país para pocos. El de las relaciones carnales con los Estados Unidos. Eso y mucho más que eso es Macri, cuyos principales economistas no dejan de invocar al dios mercado y hasta se atreven a hablar de un ajuste salvaje que sería peor que el de los noventa".