Carta abierta a la diputada Sandra Fonseca
por Juan Carlos Martínez
Señora diputada Sandra Fonseca:
He leído que usted acaba de denunciar judicialmente a una ciudadana que en el curso de una manifestación pública aludió a Juan Carlos Tierno, su marido y actual ministro de Seguridad, con una expresión que no ha sido de su agrado.
Fueron solo seis palabras: “Tierno, basura, vos sos la dictadura”.
Esa es una de las tantas consignas de actualidad que los ciudadanos de todo el país dirigen a funcionarios del gobierno de Cambiemos y sus socios, desde el presidente Macri para abajo.
Su destemplada reacción, señora diputada, fortalece la tesis de quienes sostienen que nuestra capacidad de asombro sigue siendo inagotable.
Con el respeto que usted me merece como persona, como mujer, como madre y también como víctima de un golpeador de mujeres, debo decirle que el calificativo de “basura” empleado por una ciudadana para aludir a Tierno es un piropo si se le compara con los empleados por quien le escribe estas líneas.
Si usted hubiese leído El Golpeador, seguramente que por estas horas estaría yo, como autor de ese libro, deambulando por los tribunales como hace años, cuando Tierno trató de silenciarnos como periodistas editores del periódico Lumbre.
No por haberle calificado de golpeador y torturador de mujeres –como lo seguimos haciendo- sino porque difundimos algunas de sus innumerables tropelías cometidas en ejercicio de diversas funciones públicas.
Por si usted no lo sabe o no lo recuerda, las demandas que Tierno nos hizo –una penal y otra civil- le fueron adversas, incluso en la máxima instancia como es la Suprema Corte de Justicia.
Uno de los fallos estuvo referido a la libertad de expresión. Fue un hito histórico porque por primera vez se aplicó en La Pampa jurisprudencia de la Corte interamericana de Derechos Humanos.
La sentencia de la jueza Verónica Fantini no sólo protegía la libertad de expresión de los periodistas sino también la del resto de los ciudadanos.
Establecía, además, que el umbral de protección de los funcionarios o de las personas públicas era menor y como están sometidas al escrutinio público, debían ser tolerantes con las críticas, incluso con las más severas.
Señora diputada. Uno puede entender que en nombre de la fidelidad conyugal o de las coincidencias políticas e ideológicas o, quizás, del sometimiento al que puede estar atada por un marido violento, asuma usted el rol de defensora de quien ha hecho méritos más que suficientes para ganarse el calificativo de basura.
Lo que no se entiende es que siendo usted diputada, se atreva a denunciar judicialmente a una ciudadana que ha ejercido el inalienable derecho a la libertad de expresión.
Como he dicho antes, calificar a Tierno de basura es un piropo si se le compara con el rosario de calificativos con los que habitualmente se expresan en las manifestaciones públicas y que suelen recoger los medios de comunicación.
Señora diputada: En mi libro El Golpeador encontrará usted la verdadera historia de Juan Carlos Tierno.
Allí podrá leer calificativos mucho más severos que el que ha empleado la ciudadana que usted acaba de denunciar.
Si no lo ha leído, puedo hacerle llegar un ejemplar a modo de obsequio.
Atte.
Juan Carlos Martínez
Periodista