Un truco gallo

Por Juan Carlos Martínez

 

Cuando los españoles dejaron atrás cuarenta años de dictadura franquista, Felipe González aparecía como la nueva e impoluta figura que le devolvería a España la república perdida frente al fascismo.
Por aquellos años, Felipillo simbolizaba el pensamiento de Pablo Iglesias, el fundador del socialismo español y con esos pergaminos sobre sus espaldas fue consagrado presidente del gobierno que sucedió al de la transición que encabezó Adolfo Suárez.

 

Sin embargo, la esperanza de los españoles se fue diluyendo a medida que avanzaba la gestión del PSOE y al final de su mandato, Felipillo tenía más cosas en común con el Partido Popular encabezado por el franquista Manuel Fraga Iribarne que con los postulados de su propio partido.

 

Ni qué hablar de Felipe González a más de treinta años de entonces.

 

No sólo en lo económico y social desandó los caminos transitados por el socialismo: en lo político también dejó la marca regresiva con la tolerancia cómplice hacia los GAL (Grupos Armados de Liberación) en el País Vasco, versión española de la Triple A argentina.

 

La traición a los principios del socialismo se hizo cada vez más evidente y hoy Felipe González es un activo lobbista de las multinacionales involucrado en las peores prácticas políticas que un hombre que se dice de izquierda puede cometer.

 

Según acaba de publicar el diario Clarín, González le preguntó a Macri por qué no iba presa Cristina como si estuviese hablando con el juez que tiene en sus manos la decisión de resolver la situación judicial de la ex presidenta.

 

Pero a la pregunta le habría seguido un consejo de parte de González: "Quiero que sepas que nadie va a invertir en serio en Argentina hasta que los hechos de corrupción de Cristina sean juzgados y condenados".

 

Mientras González salió a desmentir la versión de Clarín, el autor de la nota la ratificó amparándose en una fuente insospechable a pesar de que el diálogo entre Felipe y Macri fue a solas. El que aún no abrió la boca es el presidente argentino, y su silencio da pie a no pocas dudas y suspicacias.

 

En este marco y con actores de ambas partes de dudosa credibilidad, es difícil sacar conclusiones en forma inmediata. Pero es oportuno hacer un repaso sobre el rol que ha jugado el ex jefe del gobierno español en su condición de consejero de las peores causas, una faceta que hace años ensayó con Carlos Menem al comienzo del mandato del riojano y que viene repitiendo en otros países, por ejemplo Venezuela y Colombia.

 

CONSEJERO DE MENEM

 

Al regresar de su primer viaje al exterior tras asistir en Belgrado a la reunión de los países no alineados al comienzo de los noventa, Carlos Menem hizo escala en el aeropuerto de Barajas, donde se reunió con González. Entre los temas abordados hablaron del indulto a los comandantes del genocidio, algo que el riojano ya había anticipado.

 

Menem contó públicamente que González le dijo que cuando él llegó al gobierno ascendió a varios militares franquistas y que incluso alguno de ellos prestó juramento luciendo en su chaquetilla una cruz esvástica que el mismísimo Hitler le había entregado en tiempos de Franco.

 

Para completar el consejo, Felipe le sugirió que terminara de una vez con los juicios a los militares.

 

Resulta oportuno ofrecer una síntesis de aquel episodio, publicado por el autor de esta nota en el libro La Abuela de Hierro, páginas 127-128, en la primera edición del año 1995.

 

"Esto pasó en España y nadie dijo nada, ni siquiera la prensa, y aquí tanto escándalo. (Menem) También estaba dirigiendo un mensaje subliminal a las organizaciones de derechos humanos que se disponían a marchar por las calles de Buenos Aires para repudiar el anunciado indulto. Esa marcha se realizaría al día siguiente, constituyéndose en el más importante acto cívico desde la recuperación democrática".

 

En conocimiento de aquellas declaraciones presidenciales, Adolfo Pérez Esquivel le envió una carta a Felipe González reprochándole sus dichos.

 

Unos meses después, el Nobel de la Paz y González se encontraron en Santiago de Chile en el acto de asunción de Patricio Awlin.

 

"Menudo lío has hecho tú con esa carta… ya te contestaré" le dijo González a Pérez Esquivel.

 

Un año después, Menem firmaba el indulto, pero la prometida carta del presidente del gobierno español nunca llegó.

 

El silencio de Felipe era más elocuente que las palabras de Menem.

 

Volviendo al escándalo en curso sobre la versión de Clarín, la desmentida de González y el silencio de Macri, esto se parece a un truco gallo donde los tres jugadores son parejos para la mentira.