El pez por la boca muere
por Juan Carlos Martínez
El tipo siempre camina sobre el filo de una navaja.
Sus reflexiones bien pueden ser incluidas en la antología del disparate.
Aún así, sigue manejando una buena cuota de poder.
Es un enfermo de poder.
Tan enfermo como los que le dan ese poder.
Unos y otros son incurables.
Un día descarga su fobia contra los menores de doce años y les prohíbe andar en bicicleta.
De pronto se le ocurre que sería bueno bajar la edad de imputabilidad a los menores que “delinquen”.
Pero como los vientos políticos suelen cambiar de rumbo, la propuesta –que ahora califica de hipocresía- puede quedar cajoneada como ha quedado la condena a dos años de prisión que le impusieron por abuso de autoridad.
Alguna vez había pedido castigo para los padres de menores que pudieran incurrir en alguna falta, incluida alguna travesura -como el ring raje, por ejemplo-.
Le dijeron que eso era inconstitucional.
Y que el tiro podía salirle por la culata si alguien proponía castigar a los padres que golpean a su mujer delante de sus hijos.
El pez por la boca muere.