Carta para Felipe
Por Juan Carlos Martínez
Estimado Felipe. Ante todo, mis disculpas por hablarte descarnadamente de tu historia personal. Cosa que has conocido a través de las múltiples noticias difundidas por los medios de comunicación desde hace muchos años y por falsas versiones que te han dado personas que te rodean desde que fuiste apropiado. Exactamente desde que los militares pusieron en marcha el plan sistemático del robo de bebés después del cruento golpe del 24 de marzo de 1976. Aunque esta parte de tu historia y la de tu hermana postiza Marcela seguramente que te la han contado a medias. O sea, ocultándote la verdad. Que no es otra cosa que haberte mentido.
Como tantos jóvenes de tu generación, estás viviendo con una falsa identidad, con una historia distinta a la que pensaron tus padres biológicos que, por lo que sabe, pueden haber sido víctimas del terrorismo de Estado. Tu apropiadora lo dijo en una carta que escribió en su diario el 12 de enero de 2003, luego de permanecer un par de días detenida por orden del juez Roberto Marquevich, quien la privó de su libertad por los múltiples delitos cometidos en tu causa y en la de Marcela. Decía entonces la propietaria del Grupo Clarín": "Muchas veces he hablado con mis hijos sobre la posibilidad de que ellos y sus padres hayan sido víctimas de la represión ilegal".
A confesión de parte, relevo de pruebas.
Estimado Felipe. Te escribo después de haber leído tu eufórico mensaje celebrando el sobreseimiento de Ernestina Herrera de Noble, tu apropiadora, en la causa conocida como Papel Prensa.
El mismo regocijo debés haber sentido cuando la señora Herrera fue sobreseída en otra causa de similar naturaleza como fue tu apropiación y la de Marcela.
En ambos casos se trata de delitos de lesa humanidad que a tenor de lo que establecen los tratados internacionales, no prescriben, aunque tanto la jueza Sandra Arroyo Salgado como el juez Julián Ercolini le han dado la espalda a esos tratados para complacer los intereses de uno de los grupos de poder más influyentes en la vida institucional del país.
Presumo que muchas de estas cosas te las han ocultado o quizás te han preparado un libreto como el que Clarín suele emplear para manipular aspectos sensibles de la realidad, como es tu caso y el de Marcela y el de Papel Prensa.
Tengo dudas sobre la posibilidad de que puedas tener acceso a la lectura de estas líneas, pero igualmente las hago públicas sin perder la esperanza de que alguien de tu confianza te las acerque o te las comente.
Por si esa posibilidad de concretara, te sugiero que leas una entrevista que le hice al juez Marquevich el 27 de octubre de 2009 y que se constituyó en el eje del libro de mi autoría La Apropiadora, cuya primera edición es de 2011. En el prólogo de este libro, Carlos Slepoy, uno de los más prestigiosos referentes de los derechos humanos, expresa: "¿Cómo es posible que se nieguen a saber de dónde provienen, quiénes fueron sus padres, quiénes sus asesinos, por qué se les ha negado saberlo? Este libro, cuyo principal objetivo es desenmarañar la madeja de los múltiples responsables de su secuestro, su apropiación y su sustitución de identidad, quizás caiga en sus manos, lo lean y les ayude a dar el paso hacia la libertad. Si ellos se lo proponen, no habrá jaula de oro, ni coacciones, ni jueces, ni fuerza alguna que se los impida".
Estimado Felipe. Termino esta carta agregando algo no menos importante que tu derecho a conocer tu origen biológico: el mismo derecho que les asiste a tus descendientes. Es posible que algún día te reprochen por haber convertido en un misterio algo básico, fundamental, ineludible para todo ser humano: conocer su propia historia. Todavía estás a tiempo.