La democracia pampeana, al desnudo
Por Juan Pablo Gavazza / Fotos: Dagna Faidutti
La interpelación al ministro Juan Carlos Tierno resultó una jornada histórica, que exhibió avances y retrocesos, hipocresías y convicciones, transparencias y trapos sucios, en la que -sobre todo- la democracia pampeana quedó al desnudo: es lo que hay.
"Diálogo de sordos", tuvo que definir el diputado Ricardo Consiglio. Es que el condenado Tierno dio las mil y un vueltas para no contestar si alguna vez instruyó a sus policías para que tiren "directamente a la cabina".
Su silencio y sus huídas por las ramas, durante la interpelación de este jueves, dejaron la sensación unánime, en propios y extraños, de que efectivamente Tierno alguna vez sugirió esa forma de "solucionar" conflictos con los cazadores. Así le fue a Santiago Garialdi: murió (lo asesinaron) de un disparo en la cabeza.
Tierno confesó esa orden de "tirar directamente a la cabina" en noviembre de 2014. Era una directiva que bajó a sus policías cuando fue ministro en el período 2003-2006. Como nada hacía pensar en aquel momento que volvería a estar a cargo de la Policía, como consecuencia de su demostrada inefieciencia, se animó a la sinceridad brutal. Ahora es otra vez ministro, pero su arenga es más grave: ya hay un muerto.
La interpelación en la Legislatura provincial se prolongó durante 5 horas. De alguna manera, dejó al desnudo a la democracia pampeana, en una jornada que con sus pro y sus contra fue histórica, no solo por la interpelación en sí, un hecho extraordinario para nuestra provincia, sino también por la decisión de que el canal del Estado transmitiera en directo y además lo hiciera con madurez y sin censuras.
En el recinto, los legisladores también protagonizaron avances y no tanto. Hubo "centros a la olla" con las preguntas, del mismo modo que hubo otros que fueron al fondo de la cuestión; hubo interrogantes que directamente bordearon el ridículo y preguntas inteligentes; hubo olvidos y desatenciones, como hubo valiosas intervenciones.
Es lo que hay, podría definirse: un ministro que esquivó las respuestas específicas, que se dedicó a filosofar, que optó por la estrategia de escaparse de los puntos concretos y que en algunas ocasiones prefirió directamente mentir. Nada nuevo: es su marca registrada.
Algunos diputados a la altura de las circunstancias (Eduardo Tindiglia y Abel Sabarots, sobre todo; Patricia Testa, Luis Solana): preparados, informados, dispuestos a ir adonde tenían que ir, con una mirada clara del asunto y cierta coherencia que defender. Otros navegando a media agua, en la incomodidad de un tema que no manejan y que no hubieran querido abordar, o enfocándolo con inseguridades o desde los asuntos más personales o desde las rencillas sectoriales.
Y además, un exagerado silencio del oficialismo: el bloque eligió una pasividad que desdibujó a sus integrantes, a tono con el papelón que decidieron protagonizar en la Sala Acusadora. Era previsible otro manto de protección al ministro, sobre todo tras la orden que bajó el gobernador. Pero el apañamiento adquirió un tamaño mayúsculo, bordeando la lástima.
Aunque fue tal la ambigüedad que generó la falta de respuestas de Tierno, que el jefe del espacio, Espartaco Marín, hasta tuvo que preguntarle concretamente si había dado alguna orden específica el día del asesinato en Lonquimay. Lo interrogó en concreto respecto de si en ese caso había indicado a los policías qué hacer. Obviamente, Tierno lo negó. Lo contrario, hubiera sido como pedir como le metan preso.
Marín fue uno de los pocos que, quizá para despegarse a tiempo, también marcó "diferencias políticas" con Tierno. Y apuntó que repudiaba absolutamente esos dichos de Tierno en 2014. Dejó bien en claro que no podía coincidir con su decisión de "tirar directamente a la cabina". También le recordó a Tierno que los diputados son elegidos por el pueblo, y que especialmente los del PJ fueron los más votados. Así, Marín pareció hacer referencia a las constantes chicanas peyorativas que Tierno le dedicó a la propia "actividad política", una costumbre que ya es parte del estilo del ministro.
La sesión puso a la luz el misterioso pacto del pejotismo. Testa tuvo la lucidez de traer a escena la denuncia que en su momento el desbocado Tierno hizo respecto del narcopejotismo, cuando describió que marinistas y vernistas estaban dedicados al negocio de la droga, dio a entender que había protección de funcionarios y anunció "más precisiones" que nunca dio, porque repentinamente volvió a aliarse con los grandes capos.
Tierno tuvo que agachar la cabeza, reconocer otra vez con su silencio que mandó al archivo todas aquellas diatribas en tono denunciador y hasta pedirle perdón a Marín (hijo). "Las distintas situaciones de carácter personal con el doctor Marín las vamos a hablar y resolver, si corresponde, con el doctor Marín. Pero sí debo decir, admitir en este acto, que tuve expresiones impropias hacia Espartaco Marín", soltó.
A excepción de ese instante, en que se apichonó, Tierno no abandonó casi nunca su pose soberbia y pendenciera, aunque cumplió en buena parte su libreto de no violentarse en exceso. Se tuvo que tragar unos cuantos sapos, y aunque confrontó con Tindiglia, del Frente Pampeano Para la Victoria, le puso el freno de mano a su reacción. Tindiglia recordó en algunas de sus intervenciones el pasado de Tierno, incluso el día en que le quemó los pezones con un cigarrillo a una de sus parejas, según describe -citó- el libro "El Golpeador", de Juan Carlos Martínez.
Las gradas legislativas estuvieron cubiertas por un nutrido público. Aportaron su presencia algunos organismos de Derechos Humanos y agrupaciones femenistas. Hubo un par de banderas y gritos.
Como conclusión, puede decirse que el PJ acaba de ponerse una vez más en manos de Tierno. Con las diferenciaciones del caso, ante la posibilidad de que en el futuro haya que pagar un costo, incluso mayor. La interpelación demostró quién es y cómo es el ministro de Seguridad: aun en sus silencios y sus ambigüedades, describió cuáles son sus políticas, sus objetivos, su estilo de conducción. Se rió por momentos de los propios diputados. Se recostó en el gobernador Carlos Verna para asegurarse la permanencia en el conchabo ministerial.
El gobernador sostiene a un condenado que no ha dejado de provocar conflictos y violencia. Y que posiblemente salga de este trance pensando que tiene más razón que antes. Políticamente, para el gobierno es un peligro. Pero más peligro es para los ciudadanos.
Verna privilegia en esta hora lo que le aconseja su miedo: el pánico a que se rompa ese pacto intrigante entre los dirigentes del PJ, con el narcopejotismo dando vueltas; pero también el terror a que alejar a Tierno con malos modos pueda tener repercusión negativa para el peronismo el año electoral que viene (Tierno ya demostró que cuando pelea con el peronismo da un portazo, se va y arma rancho aparte. Encima en estas horas anda haciendo buenas migas con el PRO nacional).
Verna también juega con fuego: hacia ciertos sectores, permitió con esta movida que Tierno jugara a fortalecerse. Políticamente, ya se sabe, el gobernador es a veces incomprensible. Este caso no es la excepción.
El futuro es, como siempre, un misterio. Pero tras la interpelación hay más cosas claras y más advertencias en las narices del pueblo. El radical Sabarots fue claro: dijo que a esta altura ni hace falta pedir que Tierno se vaya, porque en realidad lo que tendría que haber ocurrido es que Tierno nunca asumiera.
Su designación fue la crónica de una muerte anunciada. Tras esta interpelación, y con Tierno sosteniéndose en el cargo -debilitado por un lado, fortalecido por otro y más controlado por su propia fuerza- lo que se abre es otro período, ya bastante conocido: otra crónica de una muerte anunciada.