De película

Por Juan Carlos Martínez

 

Carlos Verna volvió a poner en funcionamiento un viejo recurso: el de meterse en la cueva hasta que pase la tormenta.

 

El tsunami manchado de sangre desatado por su ministro Tierno tras el asesinato del cazador de liebres Santiago Garidaldi lo obligó a buscar refugio, esta vez al amparo de un certificado que, a tenor de lo que recomendó su médico, fue para que guarde reposo, aunque el paciente ha dicho que el paréntesis lo aprovechó para tomar impulso.

 

No estaba claro si el impulso sería para animarse a quitarle de una vez por toda la protección al golpeador de mujeres o para encontrar la manera de seguir sosteniéndolo a pesar de todo.

 

Esto último es lo que parece ser el camino escogido luego de reunirse con los quince diputados del PJ a quines informó que mientras ellos decidan los pasos a seguir Tierno continuará en su cargo.

 

Dicho de un modo más claro, Verna está dispuesto a sostener a Tierno a toda costa y a todo costo, lo que viene a confirmar las fuertes sospechas de que entre las partes hay acuerdos inconfesables que no pueden romperse.

 

Que los diputados tengan que pasar por el despacho de Verna para recibir instrucciones sobre lo que deben hacer en el caso Tierno es, cuanto menos, una flagrante violación al principio de división de poderes y una falta de respeto a sus propias investiduras, una actitud que no se condice en absoluto con el sistema republicano de gobierno.

 

No en vano cuando se alude a esta forma de gobernar se habla del feudo pampeano, una característica que le han dado a esta provincia tanto Verna como Marín, los dos caudillos que manejan los hilos del poder desde hace más de treinta años, obviamente con una cadena de complicidades que les ha permitido perdurar en el tiempo.

 

El nuevo escándalo policial que culminó con el asesinato de Santiago Garialdi a manos de la Policía manejada por Tierno resultó propicia para que Verna ensayara uno de sus juegos preferidos: tirar la piedra y esconder la mano, un recurso que el Barba suele sacar de la galera cuando las papas queman.

 

Lo mismo ocurrió cuando, en 2006, decidió expulsar a Tierno por las reiteradas denuncias sobre apremios ilegales cometidos por la policía. En aquella oportunidad el vocero de Verna fue Rubén Funes, entonces subsecretario de Derechos Humanos.

 

“En las comisarías, a los presos se los desnuda, se los cuelga y se los golpea” sentenció Funes para decirle a Tierno que estaba despedido.

 

En medio de este juego pendular al que nos tiene acostumbrados el PJ pampeano, apareció Rubén Marín para sumarse a quienes cuestionan al golpeador de mujeres, aunque esta vez le apuntó sin eufemismos al mismo personaje que durante tres décadas contó con su protección.

 

Como si recién hubiese recuperado la memoria después de haber salido de un agudo estado de amnesia, Marín dijo que Tierno había difamado al presidente del PJ, o sea, a él mismo y al propio gobernador.

 

La exhumación de una vieja grabación en la que aparece la voz de Tierno atacando duramente a Marín y a Verna enardeció al actual presidente del PJ y se convirtió en el detonante que estremeció los cimientos del partido y del gobierno y puso al ministro de la mano dura entre la espada y la pared.

 

Aunque el cruce de epítetos entre los dirigentes del justicialismo forma parte del lenguaje cotidiano desde hace mucho tiempo, esta vez parece que la lengua de Tierno ha marcado un punto de inflexión, al menos para Marín, acusado en esa grabación por sus presuntos vínculos con la droga a través de sus punteros políticos.

 

Atrapado sin aparente salida, en las redes sociales aparecen algunos defensores de Tierno y hasta su propia mujer, la diputada Sandra Fonseca, está utilizando esa vía de comunicación para defender a su marido pidiendo a Dios que le dé una mano para evitar su tercera caída.

 

Fonseca fue, justamente, la vocera que usó Tierno para cargar las tintas contra Marín y Verna. En diciembre de 2014, luego del fallo judicial que condenó a Tierno a dos años de prisión y a cuatro de inhabilitación, la actual diputada mantuvo un diálogo con El Diario, cuyos pasajes ponen de relieve no sólo el nivel de hipocresía de los actores sino la fuerza de los compromisos asumidos entre las partes para mantener una relación política que transita entre el amor y el odio.

 

P.- Lo que no se entiende bien es: ¿quién y por qué persigue a Tierno?

Fonseca.- Tiene que pagar el costo político de haber querido presentarse a la ciudadanía, llegar con sus votos propios sin el apoyo de los caciques Marín y Verna. Esa es la verdad..

 

P.-¿Es decir que Marín y Verna son los que persiguen a Tierno?
Fonseca.- Pero por supuesto.

 

P.- Son los dos personajes políticos que lo gestaron...
Fonseca.-Precisamente. Porque ellos no querían su crecimiento político, preferían alguno que pudieran ciertamente manejar, tenemos ideas, proyectos, no tenemos estructura pero sí posiciones sobre muchos temas sobre los que podés preguntarle a los partidos políticos qué opinan o qué piensan. Nosotros tenemos posturas claras, equivocadas o no. Y nadie quiere debatir con nosotros”.

Tierno con munición gruesa

 

Ni qué decir de los juicios vertidos por el propio Tierno dirigidos a sus dos padrinos después de su destitución como intendente de Santa Rosa.

.- “Hoy, Marín y Verna van por separado, pero se unieron para realizar un golpe institucional en Santa Rosa. Verna instigó mi destitución y, después, me proscribió. Me acusaron de nazi y me aplicaron esos mismos métodos”. (Juan Carlos Tierno, El Diario, mayo de 2009)

 

“No tenemos experiencia en el Senado, es cierto. Verna sí la tiene. Estuvo diez años en el Senado. ¿No tuvo tiempo para completar su proyecto? ¿Vuelve para defender a La Pampa o defenderse él y su círculo? Nosotros no vamos a tener a nadie sospechado. No vamos a trabajar para las cajas”. (Juan Carlos Tierno, Lumbre, junio de 2009)

 

La pregunta surge inevitable: ¿Qué tipo de compromiso tiene el PJ en general, los legisladores y Verna en particular para continuar sosteniendo a Tierno después de las atrocidades cometidos por un psicópata con poder político que agrega a su derrotero delictivo el asesinato de un cazador de liebres?

 

Por más que uno sea consciente de que ciertas comparaciones pueden resultar odiosas, lo que ocurre en La Pampa, ¿no es de película? ¿No se parece a una escena de El Padrino?