Viajo, luego existo

Por Juan Carlos Martínez

 

Si para Juan Bautista Alberdi gobernar era poblar, para Carlos Verna gobernar es viajar. Eso es lo que se desprende de los datos que acaba de ofrecer en su portal Diario Textual.

 

Veamos.

 

"El gobernador Carlos Verna dejó la provincia al menos 21 veces desde que asumió hace seis meses el cargo, o sea un promedio de casi un viaje semanal, para reunirse con el presidente Mauricio Macri o con sus ministros por diversos motivos".

 

La información, según Diario Textual, fue proporcionada a ese medio por un vocero no identificado de la Casa de Gobierno.

 

DT dice que "Verna ya recorrió alrededor de 30.000 kilómetros fuera de los límites pampeanos, en su mayoría en avión y con destino a Buenos Aires, sobre todo para reclamar fondos adeudados a la gestión macrista, además de acuerdos, promesas de obras y financiamiento".

 

Y agrega: "Verna también viajó a la Ciudad de Buenos Aires para reunirse con sus pares gobernadores, a San Juan donde hubo un encuentro de mandatarios provinciales del PJ y a Córdoba para encontrarse con el ministro de Interior, Rogelio Frigerio, cuando se firmó el acuerdo para devolver el 15 por ciento de la Coparticipación. A esto hay que sumarle los viajes realizados dentro de la provincia".

 

LA OBSESIÓN POR LA GUITA

 

La obsesión de Verna por la guita es una suerte de adicción que el gobernador de La Pampa arrastra desde que comenzó a transitar por los laberintos del poder político.

 

Pero donde se hizo más evidente fue a partir de ejercer la presidencia de la Comisión de Presupuesto y Hacienda del Senado de la Nación.

 

Tiempos en los que Verna y otros compañeros de bancada mantenían aceitadas relaciones con los banqueros de la mano del múltiple lobista Carlos Bercún, el nexo que tenían los bancos con el Ministerio de Economía que entonces dirigía Roberto Lavagna.

 

Bercún trabajaba para el Estado y para los banqueros al mismo tiempo. Cobraba 260.000 pesos/dólares anuales como asesor del Ministerio de Economía y 25.000 pesos/dólares por mes de la Asociación de Bancos Argentinos (ABA) y 19.000 pesos/dólares, también mensuales, del City Bank.

 

Fue nombrado por Domingo Cavallo, confirmado por Remes Lenicov y siguió hasta que el ministro Roberto Lavagna reveló ante la entonces presidenta de la Comisión de Acuerdos de la cámara alta Cristina Fernández de Kirchner su encuentro con Bercún en una cena a la que fue invitado por el pampeano Carlos Verna.

 

Aquella revelación fue el detonante que produjo una agria discusión y la ruptura de la relación política entre Verna y Cristina, cuando la ex presidenta lo convocó para que explicara su relación con el lobista Bercún.

 

En la historia de Bercún han aparecido otras andanzas que tomaron estado público en los medios de comunicación nacionales a partir del escándalo de los sobornos que se pagaron a senadores para aprobar la Ley de Flexibilización Laboral durante el gobierno de la Alianza.

 

Los cinco palos verdes que retiró el arrepentido Mario Pontaquarto de la SIDE no fueron a parar a un monasterio sino al profundo bolsillo de la manga de coimeros que todavía manejan una importante cuota de poder y hasta ofrecen cursos de capacitación para que sus semejantes aprendan a gobernar.

 

Volvamos al múltiple lobista.

 

"Además de andar por los pasillos del Congreso, Bercún manejaba una parte de los gastos reservados del ministro Roque Fernández. Esa guita la compartía con sus socios, que son dos senadores -Branda y Verna- y a veces los subía a las comitivas que iban al Fondo Monetario Internacional" (La Pampa nostra, página 55).

 

Lo cierto es que a partir del 10 de diciembre pasado, ya nadie tiene necesidad de viajar a los Estados Unidos con la mano extendida para recibir la bendición del Fondo Monetario Internacional.

 

Sus representantes se han instalado en la capital argentina y aquí viven como en su propia casa y son los celosos cancerberos del patrimonio nacional, de nuestros bienes y de nuestros sueños.

 

Si Verna viaja todas las semanas a la capital federal es porque sabe mejor que nadie que los dueños de la guita son como Dios: están en todas partes pero ahora atienden en Buenos Aires.

 

La tesis de Verna en esta nueva etapa es descartiana: viajo, luego existo.