Facturas
Por Juan Carlos Martínez
No se engañe el lector. No vamos a hablar de medialunas ni de esas otras exquisiteces que saboreamos con el mate o con el café con leche. Las facturas que nos ocupan no se hacen con harina, huevo, crema y dulce sino las que nos mandan con la cuenta de la luz, el gas, los impuestos y las que recibimos cada vez que hacemos alguna compra como consumidores que somos.
A este tipo de facturas se refirió el gobernador Carlos Verna luego de la reunión que mantuvo con sus viejos amigos de la multinacional Camuzzi.
"Yo no quiero hacer obras nuevas para que Camuzzi venda gas y gane plata" les dijo a los empresarios que lo entrevistaron en su despacho, según la versión que el propio gobernador desgranó para el periodismo.
Otra advertencia que Verna lanzó para demostrar el celo que pone en defensa de los intereses de los pampeanos la resumió en siete palabras: "No haremos obras para que ustedes facturen", les dijo mientras las imágenes de algunos lobistas que el vernismo usaba para negociar con la multinacional italiana reaparecían como fantasmas en medio de una larga historia de favores que se han borrado de la corta memoria del gobernador..
La audacia de Verna no tiene límites. Si alguien hizo del ejercicio de facturar un culto fue, precisamente, el vernismo con la misma empresa a la que ahora la reprocha su fiebre recaudadora como si todo el mundo creyera que la prosperidad económica de algunos de sus estrechos colaboradores fue obra del azar.
¿Se acuerdan cuando Beltramino y Ziliotto dijeron que habían ganado la lotería con tal número comprado en tal agencia, cosa que el propio agenciero desmintió replicando que el número de la suerte nunca figuró en su agencia?
Vaya uno a saber si esta aparente ruptura va en serio o si forma parte de una de esas operetas que de tanto en tanto los políticos sin escrúpulos lanzan al ruedo para entretener a la gilada .mientras que por debajo de la mesa circulan los sobres sin membrete cargados de dólares.
Como los que ensobraba el inocente Jorge Cosci, por entonces secretario de la comisión de Presupuesto y Hacienda que presidía Carlos Verna en tiempos del Senado de las coimas.
Tiempos en los que, según el anónimo que llegó a manos del entonces vicepresidente Chacho Álvarez y que sirvió para abrir una causa judicial, era común que en los diálogos entre senadores se hablara de facturar como si el Congreso no fuera el palacio de las leyes sino una sucursal de la AFIP.
"Un día -decía aquel documento- a Verna se le ocurrió que todos los contactos que habían hecho él, Branda y Bercún con todos los políticos de turno no podían ser gratis. Entonces, delante mío, le dijo a Bercún: Ché, boludo, por qué no te ponés una consultora y entramos a facturar a lo pavo".
-En otra parte del anónimo se reproducía otro diálogo muy sugerente, en este caso entre Bercún y Branda; "Cuando se arme el quilombo económico y se empiecen a dictar leyes que iban a afectar a los bancos, a Branda se le prende la lamparita y dice: Me parece que me voy a hacer unos buenos mangos como los que hicimos con la Ley Laboral. Entonces se empezaron a reunir con Verna y Bercún casi todos los días. La guita que primero se pidió era un millón y medio de dólares, así le quedaban trescientas mil lucas a cada uno". (Lumbre, número 14, noviembre de 2002, capítulo del libro La Pampa nostra, edición de agosto de 2015, páginas 55 y 56).
Por eso, cuando a usted le hablen de facturas, no deje de preguntar si se trata de las que salen del horno de la panadería o de las que se cocinan en los nichos de la corrupción política entre funcionarios y empresarios venales.