Grietas en el romance del vernismo con Camuzzi

Por Juan Carlos Martínez

 

Pareciera que el viejo romance de la multinacional italiana de gas que en esta provincia opera como Camuzzi Gas Pampeana S.A. y el vernismo está a punto de concluir. Eso es lo que sugieren las recientes críticas del diputado nacional Sergio Ziliotto dirigidas a la empresa italiana que en la Argentina en general y en La Pampa en particular ha dejado su impronta por los estrechos vínculos mantenidos con algunos personajes que a través de la función pública trabajaron febrilmente en su favor.

 

Según Ziliotto, uno de los voceros que usa Verna para difundir su pensamiento por boca ajena, si Camuzzi no cumple con los contratos firmados, hay que rescindirlos.

 

“No hay mucho misterio en esta situación, o Camuzzi cumple lo que prometió o deja el servicio, no es un salto al vacío que da el gobierno de La Pampa, por el contrario éste es un gobierno fuerte, con prestatarias fuertes y será Nación quien determinará claramente y en base a lo que es el pliego, si se debe rescindir. Acá lo grave es que incumplieron el contrato, hay que terminar con el Estado bobo porque sino el privado hace lo que quiera, total nadie le hace cumplir los contratos”.

 

Así de claro, así de tajante fue Ziliotto. Aunque nunca se sabe si se trata de una ruptura sin retorno o una de esas comedias que suelen protagonizar como actores centrales Carlos Verna y Rubén Marín que pasan constantemente del amor al odio y del odio al amor.

 

La severa advertencia de Ziliotto hacia Camuzzi contrasta con las buenas relaciones que el vernismo ha mantenido históricamente desde que uno de sus hombres de mayor confianza hizo lobbi a favor de la multinacional.

 

Estamos hablando del extinto ingeniero Carlos Beltramino, cuñado de Ziliotto, quien desde su ingreso a la administración pública provincial en 1983 junto con su colega Verna, entonces ministro de Obras Públicas del gobierno de Rubén Marín, se convirtió en un lobista de fuste para hacer negocios non sanctos entre el Estado y empresas privadas.

 

Como presidente del Ente Descentralizador de Gas, Beltramino tejió una estrecha relación con Camuzzi durante la construcción de las redes de gas natural que realizaba la empresa multinacional en La Pampa.

 

La fiebre lobista de Beltramino lo indujo a encabezar un proyecto para instalar una turbina de gas para generar electricidad, una iniciativa que atentaba peligrosamente contra los intereses de la Cooperativa Popular de Electricidad que entonces era presidida por Pablo Fernández.

 

Por el desmedido interés puesto en evidencia para favorecer a la multinacional del gas, el ingeniero Beltramino se ganó el mote de ingeniero Beltramuzzi y hasta en algunos medios periodísticos se habló de los buenos dividendos que el ingeniero vernista obtenía mensualmente por su eficiente labor como lobista de la empresa.

 

La evolución patrimonial de Beltramino daba crédito a las sospechas que se tejían sobre el enriquecimiento de aquel joven ingeniero que hacia dedo para viajar de General Pico a Santa Rosa hasta que se sumó al primer gobierno de Marín con Carlos Verna como ministro de Obras Públicas, un área que le resultó propicia para matizar la función pública con los negocios privados.

 

La prosperidad económica de Beltramino fue en continuo ascenso, a tal punto que extendió sus actividades en el rubro hotelería a Cuba, creó Valle Bonito en la zona de Puelèn con 30.000 hectáreas para la cría de ganado vacuno en una tierra con aroma a petróleo y apareció en la ciudad chilena de Temuco a través de la Cooperativa Eléctrica de Trenel como constructora de las redes de gas de aquella ciudad trasandina.

 

Siempre con la bandera de la multinacional Camuzzi, bandera que el vernismo ha comenzado a arriar seguramente por razones de mucho peso.

 

Avatares que se producen cuando se mezcla la política con los negocios.