Aprender a gobernar: Verna quiere dirigentes humanos como Tierno
Por Juan Carlos Martínez
Algunos no saben si Carlos Verna está convencido de lo que dice o si cree que el resto de los pampeanos come vidrio o traga sapos. Lo más probable es que el grado de soberbia que ha acumulado en medio de la mediocridad política en la que se mueve lo haya convencido de estar por encima de sus semejantes y creer que es una suerte de Mesías enviado por la providencia para sacar a los pampeanos del infierno y llevarlos al paraíso.
Lo más preocupante de todo es que algunas de sus falacias se instalen sin ser cuestionadas en ámbitos académicos como la Universidad de La Pampa, como ocurrió el viernes de la semana pasada cuando llegó para participar en la presentación del Diplomado en Políticas Públicas para el Desarrollo Local y Regional.
Al margen de la ambigüedad que expresa el título de la nueva carrera, que haya sido Verna el encargado de ilustrarnos sobre el perfil que debe tener un dirigente político para manejar la cosa pública es algo más que una subestimación a la inteligencia de la sociedad pampeana.
Es una demostración del grado de audacia con la que asume el rol de predicador de valores y principios que en la práctica es el primero en desconocer.
“Formar dirigentes es invertir en el desarrollo de La Pampa” dijo Verna y completó la idea sugiriendo que esa cuestión “debe convertirse en una política de Estado, porque sin valores humanos no hay buenas políticas públicas”.
Hablar de valores humanos teniendo en su gabinete a un ministro golpeador y torturador de mujeres al frente de la Seguridad pública manejando una Policía que no descansa un día sin aplicar mano dura al resto de la sociedad es una contradicción que Verna no podría explicar, al menos racionalmente.
En el libro La Pampa nostra (agosto de 2015) incluimos un capítulo referido al mismo tema que llevó a Verna a la Universidad de La Pampa para promocionar el diplomado en políticas públicas.
Aprender a gobernar
Escrito hace diez años, hay cosas que a pesar del paso del tiempo se mantienen vigentes.
-Maestro como pocos en el arte de manejar los asuntos de Estado como si se tratara de una empresa privada, Carlos Verna fue el mentor del ciclo aprender a gobernar. De sus clases magistrales que dio a lo largo de su carrera política salieron los mejores alumnos. El lanzamiento del ciclo que todavía nutre la formación de los ciudadanos de La Pampa mereció en su momento un análisis que vale la pena recordar.
-Los pampeanos –decíamos- podemos dormir tranquilos. El espíritu republicano nos acompaña. Nos protege. Y nos garantiza una larga vida democrática. Gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Por los siglos de los siglos. Y por eso Verna lanzó el ciclo “aprender a gobernar”
-Hay que preparar a las nuevas generaciones. A los futuros gestores. Porque los gobernantes de este tiempo ya no son estadistas. No lo serán. Son gestores. Gerentes del poder económico. La cara visible de ese rostro oculto que nos desangra día a día.
-Aprender a gobernar no es otra cosa que manejar dineros públicos. Cobrar impuestos. Repartir recursos del erario. Hacer casas, caminos, puertos, diques, alguna escuela, algún hospital. Si es posible con empresas confiables que sepan retribuir atenciones.
-Aprender a gobernar es acumular poder económico. Manejar la caja grande para hacer campañas políticas. Fortalecer el patrimonio propio y el de los parientes. También de los amigos.
-Aprender a gobernar es distribuir las migajas del gran festín en bolsas de comida o en miserables planes de empleo. Y prometer para mañana –nunca para hoy- el paraíso. La teoría del burro y la zanahoria.
- Si usted quiere aprender a gobernar no se quede con las ganas. Repase la gestión de Verna en la municipalidad de Pico y allí encontrará algunos de los secretos que acompañan al buen gestor. Y si quiere agregar otro ejemplo, repase la historia del Barba como presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda del Senado Allí sabrá cómo se hace para repartir plata a granel en becas, pensiones y subsidios y crear fundaciones truchas con dineros públicos.
-Pero si eso no le alcanza, puede usted apelar a otras fuentes con rica experiencia en el tema. Seguro que se convertirá en un maestro en el arte de gobernar. No tenga dudas.
-La nómina de ejemplos es vastísima. Los estilos pueden variar en las formas pero no en el contenido. Indague usted en otro símbolo del buen gestor que es Rubén Hugo Marín. Trate de averiguar a dónde fueron a parar los millones de dólares de los ATN que le mandó Carlos Corach para las cloacas de Trenel e Intendente Alvear. Y pregunte, de paso, por los millones de billetes verdes que se llevó el acueducto de su recomendado empresario Américo Gualtieri.
-Y no omita incluir en el manual del buen gestor para aprender a gobernar a Hugo Nelson Agüero, Luis Araniz, Patucho Álvarez, Néstor Alcala, Jorge Rodríguez, Miguel Solé, Manuel Baladrón, Natalio Perés, Juan Carlos Tierno, César Ballari, Oscar Mario Jorge, Luis Cacho Campo, Jorge Matzkin, Carlos Beltramino, Carlos Aragonés, Antonio Vicente, Felipe Chango Valdez, Rodolfo Calvo, Oscar Pepa, etc., etc.
-Y si le queda tiempo y tiene ganas de aprender a gobernar no deje de consultar con algunas de las representantes de la rama femenina que dejaron su impronta de buenas gestoras. Elsa Labegorra, Silvia Gallego, Cristina Hidalgo, Carmen Bertone, Marta Cardoso, Berta Suárez, Marta Osorio, entre otras.
-Completada esta ronda de consultas, habrá dado usted el último paso para aprender a gobernar.
-Postúlese y después nos cuenta (Lumbre, diciembre de 2006).