¡Disparen contra los derechos humanos!
Por Juan Carlos Martínez
Es más que evidente que estamos asistiendo a una sincronizada campaña de desprestigio de una causa en la que la Argentina ha dado pasos muy importantes: los derechos humanos.
Los planteos revisionistas de los sectores que agitan las banderas de la impunidad, que no es otra cosa que reivindicar al terrorismo de Estado y sus crímenes, los vivió el primer gobierno democrático post dictadura de Raúl Alfonsín.
Las leyes de punto final y obediencia debida y el posterior indulto menemista constituyeron efímeros pero preocupantes triunfos de los sectores que por estas horas han vuelto a la carga con los mismos objetivos.
Esta vez con una temeridad increíble como la que pretende convertir a las víctimas en victimarios y los victimarios en héroes.
Basta con leer las notas editoriales, comentarios o entrevistas en los grandes diarios y lo que en esa misma dirección ofrecen medios radiales y televisivos enancados en esa campaña, para advertir que el revisionismo va más allá de lo meramente teórico.
Ahí están, moviendo los hilos de la reivindicación genocida los grandes empresarios que aportaron logística y dinero para que los militares pusieran en marcha la maquinaria de terror que se llevó la vida de miles y miles de personas, entre ellas centenares de niños que aún siguen siendo rehenes de sus apropiadores.
El juzgamiento de personajes como Carlos Blaquier y Vicente Massot les resulta intolerable porque detrás del ingenio Ledesma y del diario La Nueva Provincia hay una larga de lista de empresarios que todavía no han rendido cuenta de los delitos en los que están involucrados.
Ahora califican a la causa de los derechos humanos como un curro cuando ellos mismos curraron con la vida y los bienes de sus víctimas y convirtieron a los niños robados en una simple mercancía.
Sólo falta que propongan levantar un monumento al genocidio en la Plaza de Mayo y colocar nuevamente el cuadro de Videla para enmendar la "agresión" cometida contra el comandante asesino.
A los organismos de derechos humanos, aún con las sustanciales diferencias que tienen entre sí, les asiste el ineludible deber de estrechar filas contra esta feroz arremetida de quienes pretenden convertir al terrorismo de Estado en una gesta épica.