Un monstruo político made in pampa

Por Juan Carlos Martínez

Juan Carlos Tierno es un hombre que ha hecho de la violencia un culto. Los que lo conocen desde su juventud coinciden en que desde temprana edad sobresalió por su carácter irascible. Cualquier diferencia con sus semejantes la dirimía a los golpes.
Dejó de ser joven pero conservó esa cultura colérica de la que pueden dar fe algunas de las mujeres que mantuvieron con él una relación sentimental.
No en vano se ganó desde hace muchos años el mote de golpeador de mujeres.

Buena parte de esa historia la he contado en mi libro El Golpeador con testimonios muy sólidos sobre los cuales Tierno hasta ahora no ha dicho una sola palabra.
Su silencio contrasta con la abundante verborragia que emplea en otras cuestiones menos graves que la de golpear o maltratar a sus mujeres.
Pero Tierno también es violento con la sociedad, como lo ha demostrado en su paso por las diferentes funciones públicas que registra en su mutante carrera política.
Tierno se ha convertido en un monstruo político que creció al amparo de los mismos que después de usarlo como escudo de sus tropelías, lo dejaron librado a su propia suerte.
Rubén Marín fue el primero que le abrió las puertas del poder político y el que lo protegió cuando su flamante asesor letrado golpeó salvajemente a una joven que a finales de 1984 debió ser hospitalizada.
Según el testimonio de una de las enfermeras que la atendió, la muchacha presentaba golpes en distintas partes del cuerpo y quemaduras de cigarrillo en sus pezones.
Marín ordenó un operativo de ocultamiento y la impunidad evitó que Tierno fuera a dar con sus huesos a la cárcel.
Carlos Verna fue el segundo protector de Tierno cuando lo nombró ministro de Gobierno, Justicia y Seguridad.
El mismo Verna tuvo que despedirlo porque la mano dura impulsada por Tierno había aumentado los abusos de la policía contra personas detenidas en comisarías pampeanas.
Verna se lo sacó de encima por temor a ser arrastrado por el vendaval de denuncias.
Pero el denso prontuario de Tierno no fue obstáculo para que el justicialismo lo escogiera para dirigir los destinos de la municipalidad de Santa Rosa.
Los desaguisados cometidos por Tierno despertaron la reacción popular y la gestión del jefe comunal apenas duró 87 tensos días.
Secuelas de esa gestión son las que produjeron denuncias por las que Tierno está procesado en un juicio que resiste en medio de un show armado para victimizarse.
“Es el mejor candidato que tenemos” había dicho entonces Rubén Marín, el mismo al que ahora Tierno le endilga el proceso judicial que lo ha llevado por estas horas a conocer la gayola desde adentro.
Marín, Verna y el propio gobernador Jorge que lo recibió en su despacho estando procesado, han hecho lo suyo para que La Pampa asista al crecimiento de un monstruo político como Tierno.