Sangre en la camiseta

Por Juan Carlos Martínez

 

Algunas imágenes y comentarios que nos llegan de Alemania sobre los festejos del Mundial de Fútbol han desatado reacciones críticas en la Argentina. Entre ellas se pone el acento en la soberbia con la que algunos jugadores alemanes se expresaron con respecto a los argentinos.

 

También se tomó como una ofensa con visos de discriminación a algunas imágenes donde la figura del gaucho argentino se va achicando frente al gigante que levanta la copa.

 

¿Es la raza superior la que se impone? ¿En el deporte y en todo lo demás?


Hay símbolos que inevitablemente exhuman de nuestra memoria el pasado de horror que vivió la humanidad bajo el nazismo, una experiencia que de alguna manera se repitió en la Argentina durante el terrorismo de Estado a través de métodos muy parecidos a los que se aplicaron en la Alemania de Hitler.

 

Y aquí viene el ejemplo que más golpea nuestra memoria, nuestra conciencia: el símbolo de la empresa Mercedes Benz que los futbolistas alemanes lucían en su camiseta. Ofensivo no sólo para los argentinos sino para la humanidad toda por la participación que la empresa alemana tuvo durante la dictadura cívico-militar-clerical.

 

Desde hace muchos años se viene denunciando en los tribunales argentinos y del exterior –hasta hora sin éxito- la complicidad que tuvo Mercedes Benz en el secuestro, torturas, detención y asesinatos de trabajadores de la planta ubicada en González Catán.

 

Las denuncias planteadas en la Argentina, Alemania y Estados Unidos incluyen la desaparición de catorce delegados y las torturas a las que fueron sometidos tres de ellos que sobrevivieron y que forman parte de los testimonios ofrecidos por los familiares querellantes.

 

La empresa también está acusada por la sustracción y cambio de identidad de tres niños. Uno de ellas era Paula Logares, la primera nieta recuperada por las Abuelas de Plaza de Mayo, quien estaba en manos del comisario Rubén Lavallén, entonces jefe de seguridad de la empresa.

 

Los otros dos niños que nunca fueron restituidos a sus familias biológicas quedaron en poder del ex gerente de la empresa Juan Rolando Trasselkraut y un hermano de éste, según reiteradas denuncias de la periodista alemana Gaby Weber, autora del documental Milagros no hay donde se narra el papel que jugó Mercedes Benz durante el terrorismo de estado.

 

Resulta inevitable que al ver a los futbolistas alemanes luciendo el logo de Mercedes Benz a la hora del festejo, nos venga a la memoria todo el horror que se resume en ese símbolo.

 

El horror y la impunidad.

 

Sangre en la camiseta.