Dignos y miserables

Por Juan Carlos Martínez

Escriba un artículo sobre Dios, le dijo el director del diario al postulante.

¿A favor o en contra? , respondió el periodista que buscaba trabajo.

Tiene usted el puesto, completó el propietario del medio.

Sólo cinco palabras le bastaron al mercenario para rendir el examen.

En el Día del Periodista es bueno volver sobre esta vieja anécdota que suele utilizarse para definir el perfil de los miserables que transitan por los medios de comunicación vendiendo su alma al mejor postor.

No es necesario identificar con nombre y apellido a los mercenarios del periodismo que integran la galería de miserables -de ayer y de hoy- de la pluma y la palabra.

En el Día del Periodista lo mejor que podemos hacer es traer a nuestra memoria el recuerdo de aquellos hombres y mujeres que dejaron su impronta de dignidad en el largo o corto camino que recorrieron en esta profesión.

La más hermosa de las profesiones, al decir de Gabriel García Márquez.

Dignos fueron los periodistas que el terrorismo de estado hizo desaparecer para acallar voces que todavía se escuchan y se seguirán escuchando a través del ejemplo vivo de su dignidad.

Son las de Rodolfo Walsh, Paco Urondo, Haroldo Conti…la pampeana Liliana Molteni y todos los que cayeron en la trinchera de la dignidad humana y profesional.

La historia grande del periodismo no la escriben los miserables.

La escriben los que hacen de la dignidad un principio inalterable.