Un Fresco del Medioevo

Por Juan Carlos Martínez

La pintura forma parte de las más antiguas expresiones que a través del arte marcaron los distintos y cambiantes ciclos vividos por el hombre.
Los frescos que han sobrevivido a las destrucciones causadas por los enfrentamientos políticos, religiosos y de otra naturaleza sirven para ubicarnos y conocer o imaginar cómo se desarrollaba la vida humana en aquellos remotos tiempos.

Los frescos del Medioevo tenían diferentes significados, transitaban entre lo doctrinario y lo decorativo, en unos casos eran una ofrenda a los dioses, a los santos o a los difuntos.

En otros casos se ofrecían como intermediarios entre el mundo sobrenatural y el humano y también representaban el poder político o religioso.

Cuando dentro de miles de años los buceadores de este tiempo indaguen en la historia de La Pampa, encontrarán un fresco propio de lo que bien podría ubicarse en la Edad del Absurdo, perteneciente a la etapa "elénica" vivida por los pampeanos.

La historia dirá que la suprema Elena integraba uno de los poderes del Estado que todavía tenía fuertes resabios de feudalismo.

Y los historiadores dirán que el hallazgo de un Fresco del Medioevo en pleno siglo XXI reflejaba una mezcla viviente de ignorancia, xenofobia y discriminación.

Un retroceso a los tiempos más oscuros de la humanidad.