Volver a la selva

Por Juan Carlos Martínez

 

La irrupción del espía Antonio Stiuso en un programa de televisión que se transmitía en vivo y en directo, es algo más que un síntoma. Es un testimonio de la realidad que vive la Argentina. Es la confirmación de lo que anticipó la gobernadora María Vidal el día que ganó las elecciones: el futuro es el pasado. El pasado que se convierte en presente.

 

Si Stiuso se presenta a cara descubierta no es porque sea un valiente. Lo hace porque sabe con qué bueyes está arando. Es consciente en el contexto en que se ha producido su regreso al país que abandonó para preservar su vida. Que corría peligro porque el ex hombre fuerte de la SIDE sabía quién había matado a Nisman. Una fábula que todavía continúa.

 

Por eso, precisamente, sale de las sombras, llama al canal de TV donde Luis Moreno Ocampo participa de una entrevista, y sin rodeos descarga sobre el ex fiscal adjunto en el juicio a las Juntas un recordatorio que huele a amenaza.

 

Momentos antes, Moreno Ocampo había dicho que "mandar la causa (de Nisman) al fuero federal es mandarla a la guarida de Stiuso".

 

Ese mismo día, el espía estrella de la derecha que gobierna y acompaña a quienes gobiernan, pasó por el despacho de la jueza que ahora tiene en sus manos la causa sobre la muerte del ex fiscal Alberto Nisman.

Grande ha sido el desencanto de quienes desde hace un año dirigen el índice acusador hacia el gobierno anterior -donde todos no eran santos- y donde supuestamente se escondía el asesino de Nisman. Sólo faltó que buscaran en la cartera de Cristina el arma homicida.

 

Sin embargo, el espía estrella -según declaró su propio abogado- "no tiene pruebas directas de que a Nisman lo hayan asesinado, no tiene un testigo ni nada que se le parezca… sólo tiene una interpretación de los precedentes que pudieron llevar a que a Nisman lo mataran".

 

Si los jueces dictaran sentencias basados en interpretaciones, cualquier ciudadano podría convertirse en un asesino aunque la mayoría de ellos no sean capaces de matar una mosca.

 

Sería una forma de volver a los tiempos del terrorismo de Estado, cuando los jueces de capucha dictaban sentencia -incluida la pena de muerte- por indicios, sospechas o presunciones.

 

¿Ese es el pasado que vuelve?

 

Sería como volver a la selva.