Milagros argentinos

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Por Juan Carlos Martínez

Para quienes creen en milagros -sean éstos terrenales o celestiales- no hay empresa que el hombre no pueda alcanzar, aún aquellas que no puedan ser científicamente probadas.

Por eso es que a estas alturas de la vida buena parte de la humanidad todavía se aferra a cuestiones mitológicas que vienen desde el fondo de la historia. Desde la forma en que se crearon el mundo y la vida hasta la milagrosa resurrección de un ser humano de carne y hueso sobre cuya figura se asienta una de las tantas manifestaciones de la fe religiosa.

Ni una cosa ni la otra han podido ser, hasta ahora, demostradas científicamente a pesar de los gigantescos avances que el hombre ha logrado en el vastísimo campo del conocimiento. 

De todos modos, mucha gente sigue creyendo y aferrándose a los milagros con los que sueña aunque al despertar se encuentre con la pesadilla de la realidad cotidiana.

Abandonemos tan controvertido tema y vayamos a la realidad que nos ofrece la Argentina, siempre tan propensa a la creación de mitos y milagros entre una interminable galería de héroes y villanos.

Las recientes elecciones primarias celebradas en este país se nos ofrecen como el mejor testimonio del mutante humor político de los argentinos.
Tan cambiante que hemos sido capaces de exhumar cadáveres políticos como el de Lilita Carrió para convertirlo en una alternativa de cara al futuro.

Todo un milagro.

Milagroso fue también el debut político del ex futbolista Carlos Mc Allister, el referente que tiene Mauricio Macri en La Pampa. El nivel político de ambos viene a confirmar que la política, además de ser el arte de lo posible, suele ser un refugio para mediocres y oportunistas. Otro milagro argentino.

Los mendocinos también produjeron su propio milagro: eligieron a Julio Cobos como su mejor referente: un muerto político que ha revivido como el Ave Fénix.

Está visto que quienes le dieron el voto positivo a Cobos descreen de la lealtad como un valor inalterable entre las mejores virtudes humanas.
Pero el milagro mayor lo produjo Sergio Massa, el intendente de Tigre, desde ahora el tigre que aspira a convertirse en el rey de la selva aún no siendo león.

Habemus presidente 2015 rezan los grandes afiches que aparecieron a pocas horas de las elecciones en las paredes de la ciudad de Buenos Aires, ilustrados con una foto gigante de Sergio Massa.

Algunos agudos observadores interpretan que el empleo del latín habemus papam y que en español quiere decir tenemos Papa, es un anticipo de los vínculos que el muy católico, apostólico y romano Massa ha iniciado con el Vaticano. O, más precisamente con Francisco I, nuestro conocido Jorge Bergoglio, convertido ahora en una suerte de consejero espiritual y político de los argentinos que lo visitan desde que ocupa el trono de San Pedro.

Si de las elecciones de 2015 del habemus presidente surgiera la consagración de Sergio Massa para reemplazar a Cristina, los argentinos asistiríamos a otro milagro: el de tener un Papa laico que nos hablará en latín desde los balcones de la Casa Rosada.

Celebremos nuestra infinita capacidad para producir milagros.