Más papistas que el Papa

 

Por Juan Carlos Martínez

Ni el mundo ni las personas son estáticos.

Todo cambia… se mueve, como diría Galileo Galilei.

Las ideas también transitan de un lado al otro.

Desde la izquierda a la derecha o viceversa.

Esas mutaciones no siempre responden a las mismas razones.

Unas veces se modifican por convicción, otras cambian de lugar por intereses. 

Uno siempre mira con más simpatía a aquellas personas que a lo largo de sus vidas han sostenido los mismos ideales, aún cuando no los comparta.

Claro que no es lo mismo empuñar la bandera de la libertad que la bandera de la opresión o ser un pacifista que un belicista.

Estamos hablando de coherencias al margen de conductas.

Este desordenado introito tiene que ver con las radicalizadas mutaciones de opinión que por estas horas se observan en torno de la figura del nuevo jefe de la Iglesia Católica: Francisco I, más conocido por los argentinos como Jorge Bergoglio.

Para despejar las dudas que producen estos abruptos cambios de opinión, aquellos que tienen una mirada diferente acerca de lo que era y lo que ahora es el ex arzobispo de  Buenos Aires, deberían responder a algunos interrogantes.

1) ¿Qué hechos concretos se han producido para convertir a una nube negra que ensombreció el país con una nube blanca que todo lo ilumina? La Iglesia que convalidó –a veces participando en forma directa- con el robo de niños y que durante 38 años dio la espalda a las Abuelas, ¿ahora les entregará las llaves de sus archivos para saber dónde están aquellos niños?

2) ¿Qué pruebas hay para demostrar que Jorge Bergoglio durante la dictadura estuvo más cerca de obispos como Jaime de Nevares, Miguel Hesayne o Enrique Angelelli que de Cristian von Wernich, Antonio Plaza o Enrique Graselli?

3) ¿Quién puede desmentir, con pruebas, que los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics no fueron abandonados por el entonces provincial Jorge Bergoglio?

4) ¿Quién puede demostrar que Jorge Bergoglio ayudó a la familia de Alicia de la Cuadra, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, a recuperar a la criatura que su hija Elena dio a luz en un centro clandestino de detención? ¿Quién puede desmentir las acusaciones que la familia De la Cuadra ha formulado contra Bergoglio por haberse lavado las manos cuando acudieron a él en demanda de ayuda?

5) ¿Quién puede creer que Francisco I actuará de manera diferente a Jorge Bergoglio frente a la homosexualidad, al aborto o al matrimonio igualitario, sistemáticamente rechazados y condenados por el ex arzobispo de Buenos Aires?

6) ¿Quién puede creer que con Bergoglio al frente del Vaticano la Iglesia Católica dejará de ser aliada del poder económico mundial mientras siga teniendo acciones en la banca usurera o en las fábricas de armas?

7) ¿Cómo creerle a Francisco cuando teoriza sobre una iglesia laica en tanto el Estado sigue sosteniéndola económicamente y discrimina al resto de las religiones mientras la Constitución establece que el presidente de la Nación debe profesar la religión católica?

8) ¿Cómo creer en la sinceridad de su condena a los pedófilos si uno de los más notorios como el cura Julio Grassi sigue siendo parte de la Iglesia?

9) ¿Cómo creer en su condena a la violencia sin denunciar la carrera armamentista y el crimen de las guerras?

10) ¿Cómo creer sus expresiones de repudio a las violaciones los derechos humanos si todavía los genocidas asisten a misa y reciben la bendición de la Iglesia? No basta con santificar a uno de los mártires como Arnulfo Romero mientras no se excomulga a uno solo de los asesinos, torturadores y apropiadores de niños.

Oportunismo, doble discurso e hipocresía condimentan la puja que se ha desatado para ver quién es más papista que el Papa.