¿Nobel de la Paz o símbolo de la guerra?

Por Juan Carlos Martínez

 

“El golpe de Estado que se produjo en la Argentina el 24 de marzo de 1976 se dio en un momento en que las dictaduras militares cubrían la mayor parte de la geografía latinoamericana, particularmente en el Cono Sur. La década de los setenta se caracterizó justamente por la irrupción militar en la vida de la mayoría de nuestros países, donde los gobiernos constitucionales fueron derribados en una escalada que en todos los casos contó con la intervención directa o indirecta de los Estados Unidos”.

 

Lo anterior son las primeras líneas de la introducción del libro La Apropiadora (2011) y lo traemos a colación no como una originalidad sino como dato que resulta oportuno para entrar en el tema central de este artículo: la anunciada visita del presidente norteamericano Barack Obama a la Argentina, nada menos que el 24 de marzo, día en que se cumplirán cuarenta años del comienzo de la mayor tragedia de nuestra historia.

 

Ni bien trascendió públicamente la noticia, dirigentes de organismos de derechos humanos salieron a cuestionar la visita de Obama justamente por tratarse de la máxima autoridad del país que mayor aporte hizo para militarizar este continente a través de sangrientas dictaduras.

 

No hay duda que la visita de Obama responde a una estrategia de Macri para cumplir al menos con varios objetivos básicos: 1) Que Obama se convierta en el principal protagonista de una jornada histórica como la del 24 de marzo que pasaría a segundo plano obnubilada por la presencia del presidente de la primera potencia mundial: 2) Impedir que el ejercicio de la Memoria Histórica se manifieste por encima del estado de amnesia colectiva que el gobierno de Macri –integrado por no pocos cómplices de la dictadura- pretende imponer; 3) Que la decisión de recibir el martes próximo a algunos dirigentes de derechos humanos forma parte de la perversa estrategia de dividir para reinar sabiendo que entre los organismos de derechos humanos hay distintas miradas con respecto al gobierno de Macri y a la visita de Obama (ver ¿qué dialogo?); 4) Que la visita de Obama sea el punto de partida para volver a las relaciones carnales iniciadas por Carlos Menem en la década de los noventa, 5) Que la Argentina vuelva a ser el patio trasero de los Estados Unidos y que marche al compás de las políticas que impone el imperio del Norte, en las que se incluiría la participación de nuestro país en conflictos internacionales en los cuales interviene la primera potencia mundial para defender sus intereses; 6) Que Estados Unidos encuentre en la Argentina uno de sus aliados en el desarrollo de sus objetivos de dominio político, económico y militar en un continente apetecido por los enormes recursos naturales como el agua, el petróleo, el litio y otros minerales y los alimentos.

 

Obama llegará a la Argentina como Premio Nobel de la Paz, una distinción que se ha convertido en una inexplicable paradoja a la luz de las acciones bélicas que los Estados Unidos han desarrollado a lo largo de su historia y que no han cesado bajo su presidencia. A lo que se suma la participación que tuvo su país en el golpe del 24 de marzo de 1976.

 

¿Cómo recibiremos a Obama en la Argentina?: ¿Como Nobel de la Paz o como símbolo de la guerra?