Sugestivos silencios
Por Juan Carlos Martínez
La Pampa debe ser una de las provincias donde la oposición a los gobiernos de turno pasa casi inadvertida. Tanto, que a veces pareciera que los gobiernos que se han sucedido desde 1983 a la fecha –todos justicialistas- contaran con la aprobación cuasi unánime de los partidos políticos.
No es que la oposición no exista, pero no basta con llevar un sello diferente al del oficialismo. El rol que le cabe a la oposición en un sistema democrático de gobierno no es el del silencio ni el de la complicidad. Mucho menos cuando determinados actos oficiales violan elementales principios constitucionales que no sólo comprometen al poder político de turno sino al propio sistema democrático.
La injustificada y cruenta represión desatada por policías pampeanos contra hombres, mujeres y niños en territorio bonaerense dirigidos por el ministro Juan Carlos Tierno con el aval del gobernador Carlos Verna es uno de los hechos más graves ocurridos durante el ciclo democrático iniciado en 1983.
Que haya sido el mismísimo ministro de Seguridad el que inició la represión blandiendo un machete para golpear a pacíficos manifestantes al grito de “metan balas” es una escena que no se condice con un sistema democrático. Más bien se confunde con hechos como los que habitualmente se veían en la Argentina bajo el terrorismo de Estado.
Si la permisiva oposición no sale de su mutismo y permanece pasiva frente a semejantes atropellos, más temprano que tarde pagará el alto costo político que supone haber aceptado en silencio la salvaje represión que la policía pampeana consumó a la luz del día y a la vista de todo el mundo como consta en las filmaciones que el gobierno esconde para no mostrar las pruebas de los múltiples delitos cometidos bajo su exclusiva responsabilidad.
A salvo de tanta complicidad queda un diputado provincial del FpV y unos pocos concejales de Santa Rosa y General Pico que han levantado sus voces de condena, pero el resto de los legisladores y los principales partidos no han abandonado su mutismo dando pie a aquello que dice que el que calla, otorga.
Si determinados intereses políticos son los que han enmudecido a quienes tienen el derecho y el deber de defender el sistema democrático que tanta sangre y dolor costó a los argentinos, corremos el riesgo de volver a los peores tiempos de la dictadura.
Un camino que el gobierno de Macri ha abierto al declarar la emergencia en seguridad dando vía libre al uso del garrote, las armas de fuego y las balas (por ahora de goma) para reprimir cualquier manifestación popular y avanzar sobre otros derechos básicos para limitar o anular la libertad de expresión, todas las libertades.
Nada más elocuente que las recientes palabras de Patricia Bullrich para mensurar los tiempos que asoman en el horizonte: “Les daremos cinco o diez minutos y si no se van, los sacamos” dijo la ministra con voz de mando militar a modo de amenaza dirigida a quienes corten u obstaculicen calles y rutas reclamando derechos que se les niegan. En resumen, a quienes no acepten mensamente las políticas impuestas por la impiadosa derecha que gobierna nuestro país.
Ni falta que hace que la Thatcher argentina aclarara los métodos que se aplicarán para acallar el creciente descontento que se vive en la Argentina del ajuste y los despidos de trabajadores en el camino por el cual Macri avanza hacia la pobreza cero llenando las cárceles de pobres y engordando los bolsillos de los ricos.