Carlos Verna, un símbolo de la degradación política

Por Juan Carlos Martínez 


”La avaricia es un vicio,
la práctica de la usura
es un delito y el amor
al dinero es detestable”.

(John Maynard Keynes)


No es que Carlos Verna sea un caso atípico dentro del universo político en general y del justicialismo en particular. En la Argentina abundan los que han dedicado buena parte de sus vidas a transitar por sinuosos caminos para convertir a la ciencia política no en una herramienta al servicio del bien común sino en su medio de vida.

 

Hablar de ciencia política en estos casos es una definición que no deberíamos utilizar por cuanto se trata de personajes que utilizan la política como instrumento para satisfacer intereses personales o de grupo. Para decirlo de un modo más preciso, confunden la política con una mercancía..

 

Para ellos todo tiene precio. Todo se compra y todo se vende en el gran mercado. Que en los tiempos de la globalización que vivimos depende de ese dios inventado por el hombre: el dinero.

 

En ese contexto, los ideales, los principios y la ética son cuestiones extrañas, que se miran con recelo. O, para decirlo en un lenguaje popular, se miran como a sapos de otro pozo.

 

Ya hemos hablado en un comentario anterior del desmedido afán de Verna por el poder y el dinero y de todo lo que ha sido capaz de hacer -a la vista y desde las sombras- para alcanzar sus objetivos.

 

Lo más reciente han sido algunos juicios vertidos al ingresar a la Casa de Gobierno para entrevistarse con el ministro Rogelio Frigerio, un viejo conocido suyo –dicho por el propio Verna- desde los tiempos en que el barbado gobernador manejaba la millonaria caja del Senado de la Banelco y mantenía aceitadas relaciones con los banqueros.

 

Incluso el nombre de Verna llegó a figurar entre los invitados del ex ministro Roque Fernández para integrar las comitivas que viajaban al Fondo Monetario Internacional a rendir cuentas de la marcha de la economía, una exigencia que Macri vuelve a reactualizar ante uno de los amos del mundo.

 

Fiel a su inveterado oportunismo, y como para que los flamantes huéspedes de la Rosada lo recibieran como a un aliado en potencia, Verna se despachó con duras críticas contra el kirchnerismo y el menemismo, dos corrientes internas del justicialismo con las que en otros tiempos mantuvo estrechos romances.

 

“El kirchnerismo y el menemismo son enfermedades del peronismo. Ya nos vamos curar. Yo soy PJ y siempre milité en La Pampa, nunca formé parte del kirchnerismo” dijo con la seguridad de quien cree que la amnesia también es una enfermedad que padece el resto de los argentinos.

 

Pero como siempre hay que tener una vela a mano por si la que está encendida se apaga, ni bien salió de la Rosada se sumó al reclamo que los gobernadores peronistas formalizaron en San Juan y de esa manera jugó, como siempre, a dos puntas, es decir, a quedar bien con Dios y con el diablo.

 

Pero como no todo el mundo ha perdido la memoria. Y como lo que no guarda la memoria humana está en los archivos gráficos, radiales o televisivos, es oportuno rescatar algunos testimonios ofrecidos por el propio Verna.

 

Lo que sigue es un fragmento de uno de los capítulos del libro La Pampa nostra, escrito por el autor de esta nota (edición 2015). El contenido de ese capítulo ahorra cualquier comentario.

 

Un aplauso para Menem

 

-Dos meses después de haber asumido el gobierno pampeano, Carlos Verna exaltó la figura de Carlos Menem. "Soy una persona agradecida y Menem le dio mucho a La Pampa. Menem hizo mucho por mi provincia y por lo tanto mi obligación como peronista era apoyarlo" dijo el hombre que había dejado su banca en el Senado de las coimas.

 

-Su declarada admiración hacia el presidente de las privatizaciones, del indulto y de otras tropelías coincidían con los permanentes elogios y el apoyo que Rubén Marín brindó al riojano durante la década de los noventa.

 

-Pero, claro, cuando los tiempos políticos cambiaron de dirección, tanto Marín como Verna se adaptaron rápidamente a la nueva instancia y a medida que la imagen de Menen se iba disipando crecía la de Néstor Kirchner.

 

-Y así, inspirados en el gastado argumento que dice que el que gana gobierna y el que pierde acompaña, los dos caudillos pampeanos, cada uno a su manera, se fueron acercando al nuevo presidente.

 

-"Cuente conmigo, tanto en lo personal como en lo institucional" le dijo Verna a Kirchner en una visita que el santacruceño hizo a La Pampa.

 

-Verna creyó que su ofrecimiento serviría para moderar la inquina que Cristina le tenía desde aquella agria discusión que ambos mantuvieron en el Senado cuando Verna hacía lobby en favor de los banqueros. Sin embargo, la relación con Cristina nunca se recompuso, cosa que el propio Verna ha hecho más visible durante sus discursos de campaña con vistas a las elecciones de 2015.

 

-Aunque por circunstancias distintas, la relación de Marín con la Casa Rosada se fue deteriorando hasta llegar a un punto aparentemente sin retorno y eso es lo que finalmente lo acercó más a Verna. Y como el temor a perder el dominio del feudo está por encima de todo, las diferencias que aparentemente existen entre Marín y Verna han pasado nuevamente a un segundo plano. ( La Pampa Nostra, páginas 63 y 64).