Clarín y la apropiadora
por Juan Carlos Martínez
Nota del autor. El periodista Osvaldo Pepe, uno de los habituales comentaristas del diario Clarín, publicó el 11 de enero un artículo bajo el título: La apropiadora. A continuación el texto de la nota:
Una jueza determinó la semana pasada que la apropiadora que Ella quería que fuese, no lo era.
por Osvaldo Pepe
El 24 de marzo de 2010, a 34 años del último golpe de Estado, en uno de sus clásicos arrebatos emocionales, se apropió de la palabra “apropiadora”. Eludió la imprudencia con un fileteado propio de abogada, mediante el cual nombró sin nombrar a quien hubiese querido nombrar. Pero dejó claro que acusaba sin pruebas para alentar de ese modo la oprobiosa persecución, propia de un fascismo ultramontano, a los jóvenes Marcela y Felipe Noble Herrera, quienes durante 15 años sufrieron la profanación de sus derechos personalísimos en nombre de una sospecha derrumbada por los ADN negativos: por la ciencia misma.
Con impunidad y malicia, la denunciante silenciosa se apropió de muchas cosas. De Aerolíneas Argentinas, empresa arraigada en el sentimiento de los argentinos, hasta llevarla a un estado vecino al derrumbe, con una pérdida actual estimada en US$ 5.000 millones desde 2008. Desde allí, abrió las puertas a los empleos: llevó la plantilla de 9.400 empleados, cifra admitida por el propio Recalde, anterior jefe de la compañía, hasta los 11.500 que hoy reconoce la empresa en su informe de gestión.
Se apropió de la mentira institucionalizada, que puso en marcha Néstor Kirchner en 2007 al intervenir el INDEC para adulterar sus datos. Manipulación que ella ahondó sin desfallecer al dar vía libre a la depredación de las estadísticas del Estado, imprescindibles para la toma de políticas públicas en inflación y pobreza. Se apropió del derrape verbal: celebró en el predio de Ezeiza de la AFA la puesta en marcha de la mayor transferencia de fondos públicos a una actividad privada como el fútbol profesional y enarboló a los barrabravas como socios del Estado en el viaje al Mundial de Sudáfrica. Irrespetuosa, se apropió del dolor ajeno, sólo adjudicable a su indisputada soberbia: a una desconsolada madre de la tragedia de Once la miró a los ojos y, lejos de la ternura y el gesto compasivo del consuelo, desautorizó sus sentimientos con un seco “no, querida, vos no sabés lo que es el dolor”. Se apropió del “vamos por todo”, de los trenes de la muerte, de YPF, de las tierras fiscales de El Calafate, compradas a precio vil para montar luego un emporio hotelero vinculado a empresas del Estado que le permitieron la multiplicación exponencial de la fortuna familiar. Se apropió de la palabra en 44 cadenas nacionales en el año de la campaña. Se apropió de fomentar la discordia entre compatriotas. Se apropió de todo lo que pudo. Una jueza dijo la semana pasada que la apropiadora que Ella quiso que fuera, no lo era. De modo que queda en pie una sola apropiadora. Ni siquiera vale la pena nombrarla. Ya es el pasado y, aun contra su voluntad, quizá hasta se apropie del olvido mismo.
La verdadera apropiadora
Por Juan Carlos Martínez
Por la imaginación de muchas personas, particularmente de quien suscribe esta nota, en principio se cruzó la figura de Ernestina Herrera de Noble. La asociación nos resultó inevitable habida cuenta que la apropiadora es un calificativo que la poderosa empresaria lleva sobre sus espaldas desde que anotó como propios, durante la dictadura, a dos criaturas que se presume con buenos fundamentos que son hijos de desaparecidos. Esa historia es el tema central del libro de mi autoría La apropiadora (ediciones 2011 y 2014).
El periodista de Clarín utilizó ese título engañoso para ensayar un doble juego de defensa y ataque en el que involucró, sin nombrarlas, a dos personas: Ernestina Herrera de Noble y Cristina Fernández de Kirchner.
Ya en la primera línea del artículo se advierte que el objetivo del periodista no es otro que el de dar por cierto que tras del sobreseimiento dictado por la jueza Sandra Arroyo Salgado en favor de la viuda de Noble no corresponde continuar calificando a la empresaria de apropiadora. Calificativo que se ganó por haberse apropiado de dos menores de edad en 1976 en pleno desarrollo del plan sistemático del robo de bebés.
El autor de la nota, además de liberar del calificativo de apropiadora a la directora del diario Clarín, da por cierto que Marcela y Felipe no son hijos de desaparecidos porque los ADN -dice- “derrumbaron esa posibilidad”.
Una verdad relativa por cuanto las muestras existentes en el Banco Nacional de Datos al momento de los análisis (246 incompletas) no incluían a todos los familiares de mujeres embarazadas desaparecidas, de las cuales se estima que faltan alrededor de cuatrocientas.
La ligereza para des-informar y la mezcla de esa cuota infaltable de veneno que habitualmente destilan algunos periodistas contra la ex presidenta no sólo les hace perder objetividad sino que los induce a introducirse en un laberinto que termina en un ridículo. Y a mentir. Y como la mentira siempre tiene patas cortas, el mentiroso no tarda en quedar en evidencia.
El periodista inicia el comentario partiendo del 24 de marzo de 2010, o sea que saltea los 34 años anteriores, es decir, desde el momento en que la viuda de Noble se apropió de Marcela y Felipe cometiendo múltiples y graves delitos por los que el ex juez Roberto Marquevich ordenó su detención a finales de 2002, cuando el presidente no era Cristina sino el interino Eduardo Duhalde.
Por más que la jueza Arroyo Salgado haya sobreseído a la viuda de Noble, justamente en coincidencia con el cambio de gobierno, esos delitos no cesan. Son delitos permanentes y continuarán vigentes mientras no se derrumben el cúmulo de pruebas que figuran en la causa sobre la forma en que la viuda de Noble se apropió de aquellas dos criaturas que hoy rondan los cuarenta años de edad.
Decir que alguien ha acusado sin pruebas a la viuda de Noble es desconocer (y no por ignorancia) todo el proceso que media entre la primera denuncia que se hizo en sede judicial en 1995 y las investigaciones que llevó adelante el ex juez Roberto Marquevich hasta finales de 2002 cuando ordenó la detención de Ernestina Herrera de Noble.
El periodista Pepe trasladó el calificativo de apropiadora a la ex presidenta Cristina Fernández, sobre cuyas espaldas desgrana un rosario de presuntas apropiaciones que convierten al comentario en un verdadero brulote periodístico.
LAS PRUEBAS
Las pruebas reunidas por el entonces juez Marquevich son tan abundantes como contundentes. Por eso es que el magistrado ordenó su detención a finales de 2002.
Privada de su libertad, la viuda de Noble le preguntó al abogado Eduardo Padilla Fox si iba a pasar la Nochebuena de ese año detenida.
-“No, señora, de ninguna manera. Nuestra gente ya habló con algunas personas vinculadas a la Cámara Federal de San Martín y nos dijeron que a Marquevich lo iban a hacer mierda”.
El anticipo del abogado se cumplió al pie de la letra: el Consejo de la Magistratura destituyó al magistrado respondiendo a las fuertes presiones ejercidas por los abogados de la poderosa empresaria.
Días después de haber recuperado su libertad, la viuda de Noble escribió una carta pública en la edición de Clarín del 12 de enero de 2003. En un párrafo de aquella carta Ernestina hizo una verdadera confesión. “Muchas veces he hablado con mis hijos sobre la posibilidad de que ellos y sus padres pudieran haber sido víctimas de la represión ilegal”.
En lugar de Marquevich fue designado Conrado Bergesio, un juez que no movió un dedo para avanzar en la causa, tanto que el 9 de abril de 2010 fue separado por la misma cámara “por no haber actuado como manda la ley”.
Bergesio fue reemplazado por Sandra Arroyo Salgado, tanto o más funcional que el desplazado a los intereses de la viuda de Noble, incluso con un nivel de desidia mayor que su antecesor. La ex esposa del fiscal Nisman hizo caso omiso a los planteos del fiscal Fernando Domínguez y ni bien se produjo el cambio de gobierno, dispuso el sobreseimiento de Ernestina Herrera de Noble.
La decisión de Arroyo Salgado apunta a dejar libre el camino para que la viuda de Noble abandone este mundo con su impunidad a cuestas. Sin embargo, nada ni nadie podrá quitarle el calificativo de apropiadora que por partida doble (triple si contamos la apropiación de Papel Prensa) lleva sobre sus espaldas desde que se apoderó de Marcela y Felipe Noble Herrera cometiendo múltiples y probados delitos.