Guante amarillo
Por Juan Carlos Martínez
Cuando uno repasa la historia de los funcionarios que integran el gobierno de Macri, no tiene más remedio que coincidir con quienes dicen que el país está atendido por sus propios dueños.
O sea, por aquellas personas que manejan los hilos de la economía, las finanzas, la seguridad, la producción, la educación, la salud, el mercado, el dólar, la bolsa de valores, el pan, el aire, el agua, la tierra, la palabra, la libertad, la alegría, la tristeza y todo lo que esté ligado a nuestra condición humana.
Dicho de otro modo, se han hecho cargo de nuestras vidas y de nuestros bienes como en los mejores tiempos de la dictadura.
Lo único que no han podido quitarnos son nuestros sueños y nuestra libertad de pensamiento aunque todo lo que pensemos no lo podamos expresar porque han ido sembrando mordazas por todos los rincones del país convencidos, como estaba convencido Videla (y ahora Macri), de que el silencio es salud.
Sin embargo, todavía nos quedan algunos canales para contrarrestar el aluvión de informaciones que des-informan y deforman la realidad a través de los grandes medios de in-comunicación que avanzan hacia el monopolio de la palabra.
En su edición del domingo, el diario Página 12, en una nota firmada por Fernando Krokowiak, reveló la procedencia de la mayoría de los funcionarios que acaban de incorporarse al gobierno de Macri.
“En apenas veinte días –informó el matutino- desembarcaron en ministerios y secretarías ex gerentes de Shell, Techint, General Motors, HSBC, Telecom, Grupo Clarín, LAN, Banco Galicia, Pan A,erican Energy, JP Morgan, Citibank, Telefónica, Coca Cola, Deutsche Bank, Farmacity y Axion, entre otras empresas”.
La mano invisible del mercado, esta vez ha salido de los sombras para presentarse en sociedad a cara descubierta. No hay nada que ocultar. Los nuevos burócratas que acompañan a Macri son la mejor garantía que tienen los ricos para aumentar su riqueza y los pobres para ser cada día más pobres. Son las reglas de juego globalizadas que han llegado a la Argentina de la mano de los nuevos colonizadores.
El cambio está en marcha. Lo más visible del cambio se aprecia en el abrupto cambio de colores. Prevalece el amarillo. La vida ya no es color de rosa. Ahora es de tono amarillo. Como la fiebre amarilla. Color que ha calado tan hondo que ahora a los ladrones de guante blanco en la Argentina se les reconoce como los ladrones de guante amarillo.