Degradación

Por Juan Carlos Martínez

 

La reaparición de Juan Carlos Tierno en la función pública ha desatado un vendaval de críticas de diversos sectores de la sociedad pampeana.

 

Cuando trascendieron públicamente las primeras versiones de su eventual incorporación al gabinete de Verna, muchos creyeron que se trataba sólo de un globo de ensayo lanzado al aire por el propio Tierno a través de su actual mujer.

 

Las dudas se mantuvieron latentes hasta que el propio Verna, hombre de abundantes misterios y escasos escrúpulos, las disipó pocos días antes de asumir sus funciones.

 

A partir de entonces, organizaciones sociales, particularmente de mujeres, periodistas nucleados en el Sindicato de Prensa (SIPREN), referentes de derechos humanos y vecinos de distinta procedencia iniciaron un movimiento de crítica y resistencia que ha ido creciendo. Y que aumentará a medida que el irascible personaje desgrane su colérico lenguaje y asuma el rol de justiciero como en sus mejores tiempos.

 

Sus primeras intervenciones han demostrado que el psicópata con poder político al que nadie pone límites crece en agresividad.

 

No es nuestro propósito incursionar en un terreno reservado al universo científico, pero algunos investigadores definen la personalidad psicopática con síntomas que coinciden con la personalidad y el comportamiento demostrado públicamente por Tierno: locuacidad y encanto superficial, autovaloración exagerada, arrogancia, ausencia total de remordimiento o culpa, manipulación ajena y utilización de la mentira y el engaño como recurso, ausencia de empatía en las relaciones interpersonales, problemas de conducta en la infancia, conducta antisocial en la vida adulta, impulsividad, ausencia de autocontrol, irresponsabilidad, estilo de vida parásito, conducta sexual promiscua, falta de objetivos realistas y a largo plazo, necesidad de estimulación constante y tendencia al aburrimiento, diversas relaciones matrimoniales de corta duración, conductas delictivas, etc., etc.

 

Un dato muy ilustrativo acerca de lo que decimos en el párrafo anterior lo proporcionó el mismo Tierno luego de desgranar una de sus clásicas peroratas hablando de lo que hay que hacer en favor de la solidaridad y convivencia social. "Volvamos a vivir en democracia" dijo Tierno en un impresionante desborde de mesianismo al asociar su regreso a la función pública con el regreso de la democracia.

 

Hay varios interrogantes a los que alguien tendría que responder: ¿Sólo Tierno es el responsable de los hechos por los cuales fue despedido de la función pública en dos oportunidades? ¿Sólo Tierno es el responsable de su regreso al poder trayendo sobre sus espaldas dos años de prisión y cuatro de inhabilitación para ejercer cargos públicos? ¿Sólo Tierno es merecedor de la andanada de críticas que están cayendo sobre su humanidad? ¿Sólo Tierno pagará el costo del daño institucional que generaría la confirmación del fallo de primera instancia o el que ya está provocando a la paz social?

 

Los interrogantes no se agotan: ¿No tienen nada que decir los dirigentes de los partidos de la oposición? ¿Y los legisladores? ¿Dónde están los demócratas y republicanos de La Pampa? ¿La sociedad no merece una opinión de los abogados que integran los colegios de esos profesionales? ¿Nadie se ha detenido a analizar si hay compatibilidad entre el ingreso de un condenado e inhabilitado por un fallo judicial y la Ley de Ética Pública?

 

Ni falta que hace decir que la responsabilidad mayor la tiene Carlos Verna por haber puesto en manos de Tierno por segunda vez la seguridad pública después de la traumática experiencia que vivió en su primera gestión a la que puso fin expulsándolo.

 

Si no le importó lanzar a Tierno al ruedo con semejante prontuario, a partir de los atropellos que Macri ha emprendido contra el estado de derecho, seguramente que Verna creerá que la degradación política que envuelve al país ocultará la que sufre La Pampa bajo su mandato.