Tierno, la Policía y el diálogo del garrote

Por Juan Carlos Martínez

(Ilustración: Sergio Ibaceta, para la sección "Entre Pocillos" de El Diario de La Pampa)

 

Unos días antes de la fecha fijada para que asuma como ministro de Seguridad (nadie cree que Verna se arrepienta de semejante atropello a la sociedad pampeana), Juan Carlos Tierno dejó entrever que hará modificaciones a Ley Orgánica de la Policía, lo que supone, a la luz de lo que todos sabemos, que se trata de un gesto gatopardista: cambiar algo para que todo siga igual. O peor.

 

En verdad, nadie espera que Tierno transite por un camino distinto al que viene recorriendo desde que se presentó en 1984 ante la sociedad pampeana como golpeador y torturador de mujeres ni que cambie los métodos que aplicó la policía cuando ocupó el cargo al que ahora regresa de la mano de su propio verdugo. Es decir, de uno de los padrinos de su impunidad.

 

Lo que ya se puede anticipar es que los elegidos para la mano dura serán, como siempre, los sectores más vulnerables de la sociedad, aquellos que no tienen abogados que los defiendan ni jueces que los protejan como protejen a los ladrones de guante blanco, a los golpeadores de mujeres o a los poderosos que, condenados e inhabilitados, pueden convertirse en guardianes de la seguridad pública.

 

La propuesta de Tierno:

 

“Hay que optimizar la ley, eliminar del sistema disciplinario la persecución de policías, aumentar el derecho de defensa cuando es sumariado. No dejar en pasiva porque se le ocurrió a tal o cual jerarca policial o político de turno. Es asegurarle su derecho de defensa”.

 

Conociendo la concepción que Tierno tiene sobre la seguridad –ya demostrada con creces- cuando habla de eliminar el sistema disciplinario al que califica de “persecución a policías”, y del derecho de defensa cuando ese policía es sumariado, está proponiendo una forma de protección a aquellos que emplean recursos ilegales como sistema de persuasión. Es decir, el gatillo fácil, el garrote o la picana.

 

No dejar en pasiva a esos transgresores hasta que no concluyan las investigaciones es una medida que parece razonable por aquel principio constitucional que dice que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario.

 

Sin embargo, ¿Tierno puede garantizar que será objetivo, como responsable del manejo de la policía, a la hora de avalar esos informes cuando los involucrados hayan multiplicado los tormentos en las comisarías como ocurrió durante su anterior gestión?

 

“No dejar en pasiva porque se le ocurrió a tal o cual jerarca policial o político de turno”.

 

¿Tierno está escribiendo parte de su propia historia?

 

En boca de Tierno el derecho a la defensa de los policías parece una ironía. Que le pregunten a aquel policía que recogió el testimonio de la chica golpeada y torturada por el entonces asesor del gobierno de Marín.

 

Cuando el agente regresó del Sanatorio Santa Rosa a la seccional, el propio Tierno le recriminó con su característica violencia verbal haber cumplido con su deber.

 

No fue todo. Al día siguiente, el policía, que no tuvo derecho a defenderse y que ni siquiera pudo abrir la boca ante al autoritario asesor, fue castigado con su trasladado al lejano e inhóspito Algarrobo del Águila.

 

“Aquel acto que cumplió el oficial de policía, lejos de ser ponderado como una actitud ajustada a sus deberes como servidor público, fue considerado por la jerarquía política y policial como una falta grave y eso le significó muchos años de postergación en su carrera”. (Párrafo del libro El golpeador, página 47).

 

Lo hemos dicho y repetido hasta el cansancio. El regreso de Tierno a Seguridad es una nueva provocación de Verna, una burla a la sociedad pampeana y una amenaza concreta a la paz social.