Verna y sus intrigas

Juan Carlos Martínez

 

En una de esas entrevistas que Carlos Verna suele conceder a quienes no hacen preguntas molestas, el electo gobernador trató de explicar las duras críticas y manifestaciones populares contra Juan Carlos Tierno, su designado ministro de Seguridad.

 

Según su falaz interpretación, la resistencia estaría promovida por algún periodista que tiene con Tierno un problema personal por una demanda, y dijo que ese periodista (siempre sin identificarlo) "tiene miedo que asuma Tierno y se le corte la pauta publicitaria al medio en el que trabaja".

 

O sea, que además de manejar el garrote y la picana, Tierno manejará la pauta publicitaria destinada a los medios de comunicación. ¿Un ensayo goebbeliano?

 

Confiar a Tierno el manejo de la seguridad y los dineros públicos sería como depositar en el zorro el cuidado de las gallinas.

 

Verna apela a esa costumbre fascista de atacar tirando palos de ciego, es decir, sin mencionar a los destinatarios de sus ataques, un recurso propio de los sembradores de intrigas que defienden su mala reputación como el ladrón que cree que todos son de su misma condición.

 

Que Verna diga que la resistencia a la incorporación de Tierno a su gabinete es promovida por un periodista es desconocer -no por ignorancia sino por mala fe- que detrás de ese movimiento hay buena parte de la sociedad santarroseña.

 

La misma que ha sufrido en carne propia la gestión de un hombre que ha demostrado repetidamente su incapacidad para gobernar sus propios impulsos de agresividad e intolerancia.

 

Es cierto que muchos periodistas nos hemos comprometido en esa campaña de rechazo al regreso de Tierno a la función pública siguiendo una línea coherente en nuestras opiniones con respecto a un golpeador y torturador de mujeres.

 

Y a quienes, como Verna, tratan de convertir al monstruo que construyeron en garantía del diálogo y el consenso para repetir el clima que vivió la sociedad pampeana cuando Tierno puso en práctica algunos de los métodos represivos aplicados por la dictadura.

 

¿Con qué autoridad habla de un periodista temeroso de perder pautas de publicidad un funcionario como Verna que ha repartido dineros públicos a troche y moche para hacer campaña política repartiendo dádivas entre mercenarios del periodismo?

 

Ni a la Banelco para pagar las coimas del Senado cuando Verna presidía la Comisión de Presupuesto y Hacienda ni a su secretario ensobrador de buena parte de los cinco millones de dólares que se repartieron entre los coimeros lo inventamos los periodistas.

 

Afortunadamente, ese periodismo decente, insobornable y combativo simbolizado por Rodolfo Walsh y por quienes murieron durante la dictadura defendiendo la libertad de expresión y su dignidad, permanece en pie y es un vivo ejemplo para las futuras generaciones de periodistas.

 

Ese periodismo, en este caso representado por el Sindicato de Prensa (SIPREN) es el que marcha a la cabeza del movimiento que se opone a la incorporación de Tierno como ministro de Seguridad.

 

Ni Verna ni Tierno ni los intolerantes que sueñan con un periodismo obsecuente que sirva a sus intereses podrán doblegar a quienes no escribimos bajo el estímulo del dinero sino impulsados por nuestras propias convicciones