El otro Verna

Por Juan Carlos Martínez

 

Hay personas que le hablan al prójimo como si los que escuchan fuesen amnésicos. Por suerte, la memoria sigue siendo una poderosa herramienta que permanece viva. Gracias a ella, la humanidad ha podido reconstruir historias sólo registradas en la mente humana.

 

La memoria también está guardada en los testimonios que el hombre estampó en obras milenarias que la antropología, la arquitectura o la pintura rescataron para que pudiéramos entender mucho mejor el origen de aquellas cosas que de otro modo no entenderíamos.

 

Ilusos los que creen que el tiempo lo borra todo.

 

Carlos Verna es uno de ellos.

 

Por el contenido de sus discursos de campaña pareciera que se dirige a una sociedad de amnésicos. Y lo hace sin inmutarse, estimulado por una de sus mayores virtudes: la hipocresía.

 

Al abordar el tema de los recursos hídricos que La Pampa disputa con Mendoza, salió al cruce de Daniel Scioli a raíz de la postura que el candidato presidencial -su candidato- tendría a favor de los mendocinos.

 

"No nos van a doblar ni con anuncios ni nos van a comprar con plata, nosotros vamos a defender los intereses de La Pampa" sostuvo el senador de las fundaciones truchas.

 

El otro Verna

 

Nada mejor que echar un vistazo a algunos pasajes del anónimo que circuló hace años por el Senado y que dio pie a las investigaciones judiciales sobre el pago de coimas a senadores para que aprobaran la retrógrada ley de Flexibilización Laboral. Tiempos en que no pocos de ellos se doblaron y se vendieron por plata.

 

Lo que sigue pinta de cuerpo entero al otro Verna. Al que el propio Verna no quiere recordar.

 

-"En medio del fuego cruzado de informaciones sobre los pasos del múltiple lobista Carlos Bercún, apareció un escrito anónimo que llegó a las manos de los investigadores por correo. El autor del libelo confesó que tenía miedo de ser limpiado por los tipos pesados involucrados en las coimas, pero aseguró que debía darse crédito a su relato por haber sido testigo del mismo. A tenor de lo que cuenta el anónimo denunciante, Bercún, en sociedad con Carlos Verna y el ex senador Ricardo Branda, pidió un millón y medio de dólares a los banqueros para frenar la Ley Barrionuevo y la que ratifica la responsabilidad de las casas matrices de los bancos respecto de los ahorros que quedaron en el corralito. Para confirmar la veracidad de lo expuesto en el anónimo, su autor envió un listado de los teléfonos celulares de todos los senadores y sus secretarios, los que supuestamente estaban en poder de Bercún. "Estoy cansado de tanta mentira e hipocresía", expresa el documento al comienzo del libelo, en tanto apela "al patriotismo y a los huevos del juez y del fiscal de la causa para llevar a las investigaciones hasta el fondo".

 

-También relata que cuando Bercún era funcionario del Ministerio de Economía, "además de andar por los pasillos del Congreso, manejaba una parte de los gastos reservados del ministro Roque Fernández. Esa guita la compartía con sus socios, que son dos senadores: Branda y Verna y a veces los subía a las comitivas que iban al Fondo Monetario Internacional", reveló el anónimo.

 

-La descripción del libelo reproduce otro hecho en el que aparece el senador pampeano como primera figura de una propuesta. "Un día a Verna se le ocurrió que todos los contactos que habían hecho él, Branda y Bercún con todos los políticos de turno no podían ser gratis. Entonces, delante mío, le dijo a Bercún: Ché, boludo, por qué no te ponés una consultora y entramos a facturar a lo pavo".

 

-En otra parte del anónimo, se reproduce otro diálogo, esta vez entre Bercún y Branda; "Cuando se arme el quilombo económico y se empiecen a dictar leyes que iban a afectar a los bancos, a Branda se le prende la lamparita y dice: Me parece que me voy a hacer unos buenos mangos como los que hicimos con la Ley Laboral. Entonces se empezaron a reunir con Verna y Bercún casi todos los días. La guita que primero se pidió era un millón y medio de dólares, así le quedaban trescientas mil lucas a cada uno".

(Lumbre, número 14, noviembre de 2002- Fragmento de un capítulo del libro La Pampa nostra).