Analfabetismo político
Por Juan Carlos Martínez
Siempre que hablamos del analfabetismo político recurrimos a una reflexión que nos dejó el alemán Bertolt Brecht. Volvamos a aquella sentencia como para entrar en un tema tan vigente como preocupante.
"El peor analfabeto es el analfabeto político.
No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos.
No sabe que el costo de la vida, el precio del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas.
El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política.
No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado, y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales"
Todo esto viene a cuento porque en la Argentina el analfabetismo político se ha extendido transportado por un virus que hace nido donde encuentra un foco de ignorancia.
Es el caso de la inefable Mirta Legrand, una nostálgica de la dictadura que en tiempos de Videla nos hablaba de lo bien que nos iba a los argentinos, sobre todo en materia de libertad, seguridad y prosperidad.
¡Qué bien que comemos los argentinos! solía acotar la conductora de los suculentos almuerzos mientras millones de personas ayunaban obligados por la abundancia del hambre.
La señora es la misma que al genocida le decía con tono reverencial ¡señor presidente!
La misma que vio rodar lágrimas sobre las mejillas del dictador.
¿Serían lágrimas de acero?
La misma que de tanto en tanto nos advierte del peligro que corremos cuando se viene el zurdaje.
Tanto ha calado en ella el lenguaje que aprendió durante el terrorismo de Estado que a la democracia ahora la llama dictadura.
Y hasta compara a la presidenta elegida por el voto popular con Hitler.
Que es como poner en un pie de igualdad al nazismo con el sistema democrático.
Quizás por su analfabetismo político confunda los crematorios del holocausto con las urnas de la democracia.
Mirta Legrand es una analfabeta política.
Como bien dice Brecht, una burra.
Y como todo el mundo sabe, burro viejo no agarra trote.