El nombre de las cosas
Por Juan Carlos Martínez
Calificar a Luis Barrionuevo de dirigente sindical es más o menos como comparar a Cecilia Pando con Rosa Luxemburgo. Pero como el lenguaje está tan mal tratado, nos hemos acostumbrado a no llamar a las cosas por su nombre. Y producto de esa mala costumbre, cualquier ladrón es un señor que puede dirigir un sindicato de trabajadores, ocupar una banca en el Parlamento, impulsar una ley para beneficiar a los banqueros (pregúntenle a Verna) y pedirle a otros de su calaña que dejen de robar por un tiempo. No por toda la vida porque eso de quedarse con lo ajeno es una adicción para la cual hasta ahora no se ha encontrado remedio.
Pocas personas debe haber en la Argentina que no estén al tanto del frondoso prontuario que ha acumulado Luis Barrionuevo a lo largo de su vida. Tan voluminoso como los bienes que lo han convertido en un exitoso empresario dueño de una fortuna que nunca despertó siquiera la curiosidad de algún fiscal o juez. A decir verdad, de nadie.
Pero la desfachatez del incinerador de urnas acaba de alcanzar el punto más alto al decir que “con los militares negociábamos mejor que con este gobierno”.
Ni falta que hace aclarar qué tipo de negociaciones hacían los sindicalistas como Barrionuevo durante el terrorismo de Estado.
El que lo explicó con la misma claridad que Barrionuevo fue Carlos Aragonés en agosto de 1978, cuando el padrino político de Rubén Marín y Carlos Verna le contó al diario La Razón lo bien que le había ido luego de reunirse con los militares que habían intervenido los sindicatos. Vale la pena reproducir aquella entrevista que el diario pampeano rescató hace unos años.
-“A 32 años del golpe de Estado, “La Arena” recuperó del olvido una entrevista que el diario porteño “La Razón” le realizó a Aragonés el sábado 28 de agosto de 1976, al término de un plenario sindical que tuvo lugar en la CGT, en la Capital Federal. Para ese entonces, la central sindical estaba intervenida por el gobierno militar que había designado a su cargo al coronel Juan Pita.
-El vespertino presentó al ex diputado nacional como un veterano gremialista y ex dirigente peronista que representó a La Pampa en el plenario. “Hasta hace poco estuvo detenido y ahora recuperó su libertad”, narra la crónica de La Razón. Se le preguntó cuál era la impresión recogida y dijo: “Ha habido una total coincidencia con las autoridades militares que hicieron uso de la palabra”.
-La Razón: ¿Es decir, se va satisfecho?
-Aragonés: Por supuesto, muy satisfecho de haber escuchado a quienes están al frente de la CGT.
-La Razón: En la anterior se afirmó que el principal objetivo era la consolidación de un movimiento obrero unificado, en el que serían marginados los corruptos, los venales y los vinculados con la subversión. ¿Se reiteró eso?
-Aragonés: Exactamente, eso se ratificó y lo compartimos todos.
-La Razón: ¿Qué le parece entonces la apertura dialoguista de las autoridades de la CGT?
-Aragonés: Realmente magnífica. El gremialismo es una realidad y lo que necesitamos es gente así, para que podamos transmitirle a las bases esta nueva realidad.
-La Razón: Y dígame, ¿cómo se compatibiliza su condición de dirigente peronista y su entusiasmo en este esquema?
-Aragonés: En cada organización gremial los jueces son los afiliados. Ellos juzgan. Yo veo bien lo que están haciendo.
-La Razón: ¿Hay mucha infiltración izquierdista?
-Aragonés: La hay. Pero nosotros hemos sido en las organizaciones sindicales el dique de contención, antes y después del 24 de marzo.
-La Razón: ¿Expresaron otras inquietudes?
-Aragonés: Sí señor, así como hay malos dirigentes también hay sectores empresarios que creen que las leyes ya no hay que cumplirlas. Y no es así.
“Satisfecho de la ‘apertura dialoguista’, Aragonés anunció que en el futuro las autoridades viajarán a las capitales del interior del país para seguir con la actual línea emprendida”, concluye aquel artículo redactado en aquel entonces, apenas cinco meses después del golpe militar”.
Mientras Aragonés formulaba estas declaraciones, la cacería humana se extendía por toda la geografía del país y los campos de concentración se iban abarrotando de hombres, mujeres y niños. Varios de ellos fueron confinados en aquellas mazmorras gracias a su generosa lengua.