Preocupación selectiva

Por Juan Carlos Martínez

 

Una verdadera catarata de iniciativas parlamentarias está impulsando el juicio político contra el vicepresidente Amado Boudou.

 

Entre otras acusaciones se incluye haber dado tres direcciones falsas en copias de DNI.

 

En la edición de Clarín del último sábado se ofrece abundante información al respecto, cosa que se justifica a tenor del cargo que ocupa Boudou en la vida institucional argentina.

 

 

Si el vicepresidente ha cometido semejantes irregularidades, el asunto no puede quedar, como tantos otros, en la impunidad que siempre protege a la gente que tiene poder.

 

Los tres domicilios falsos que supuestamente dio Boudou semejan a los que en su momento dio Ernestina Herrera de Noble para apropiarse de dos chicos durante la dictadura.

 

Claro que con una diferencia sideral: aquellos delitos fueron probados por la Justicia, delitos que por su envergadura entran en la categoría de lesa humanidad por tratarse del robo de dos criaturas.

 

Está bien que los legisladores se preocupen por las andanzas del vicepresidente y que los fiscales y los jueces traten de establecer si el funcionario ha cometido los delitos por cuales se lo acusa.

 

De la misma manera deberían preocuparse y ocuparse de la causa que tiene a Ernestina Herrera de Noble como principal actora, no en calidad de sospechada sino como imputada con el antecedente de haber sido detenida por el juez que probó con creces todos y cada uno de los delitos.

 

La causa Noble Herrera sigue abierta en el juzgado de Sandra Arroyo Salgado.

 

Nada le costaría a los legisladores darse una vuelta por el juzgado de San Isidro para preguntar cómo marchan las investigaciones para dar con el paradero de los padres biológicos de Marcela y Felipe Noble.

 

Una buena manera de demostrar que nuestros nobles representantes no son selectivos en sus preocupaciones.